Oscar Sánchez, las responsabilidades de un régimen social

Politica

Oscar Sánchez no es sólo Oscar Sánchez. En lo que va del año, las muertes de niños y jóvenes en el impenetrable por los déficit en la atención de la salud y por enfermedades de la pobreza alcanzan, al menos, cuatro casos resonantes, y otros, anónimos, escapan a las estadísticas.[divider][/divider]

*Por Juan García, Partido Obrero

 

 

La fantasía de los “casos aislados” choca de bruces con la realidad del Chaco, de los niveles de desocupación de dos dígitos no registrados (porque la gente no busca trabajo o se la contabiliza como ocupada cobrando planes sociales), de la crisis del sistema de salud, y de la pobreza extrema. Cualquier a que conozca las salas del Hospital Pediátrico podrá constatar que son cotidianos los casos de desnutrición Chagas o tuberculosis (enfermedades corrientes de la pobreza) se cuentan por decenas, y quedan sintomáticamente por fuera de las manipuladas estadísticas médicas.

 

No se trata, por supuesto, de una “cuestión cultural”. El genocidio silencioso de los pueblos indígenas y las condiciones de pobreza extrema en la provincia tienen causas profundas, económicas y sociales. Mientras la cosecha de soja aumentó a 1.500.000 de toneladas en 800.000 hectáreas cosechadas, la población rural tuvo, en el Chaco, un retroceso del 40%, de 250.000 habitantes a 150.000. El 70% de la tierra cultivable está en manos del 7% de los productores. De la mano de la crisis del algodón, se perdieron miles de fuentes de trabajo. De 13 desmotadoras en Quitilipi en los ’80 no queda prácticamente ninguna. Los ciclos de bonanza capitalista (tanino – algodón – soja) dejan poco o nada, pero su decadencia es pagada con sangre sudor y lágrimas por el pueblo del Chaco.

 

Las responsabilidades en esta catástrofe social son del conjunto del régimen político. El radicalismo entrego 3 millones de hectáreas de tierras fiscales al capital privado: los desmontes y el progreso deprecatorio del capitalismo agrario K fueron cimentadas en el gran remate rozista. Capitanich cooptó a buena parte de los que en su momento se opusieron a este festival, pero el festival continuó, de la mano de dos direcciones nefastas, Bosques y Colonización. Unos se dedican a perseguir los desmontes cuando los realizan los indígenas y autorizarlos cuando se trata de amigos del poder. Los otros convalidan la expulsión de pobladores y originarios con títulos y permisos de ocupación a la medida del gran capital.

 

Así, el monte, el algarrobo y el alimento se fueron reduciendo. Y las posibilidades de un desarrollo basado en el control por parte de campesinos y trabajadores de la producción rural fueron desapareciendo. Esta situación ha empujado a depender del asistencialismo estatal –con su secuela de punteros y caciques- a miles de familias de trabajadores. Hasta la Corte Suprema metió la mano, obligando al estado a asistir a las familias del impenetrable. El fracaso del fallo judicial no puede ser más evidente.

 

El radicalismo busca explotar la muerte de Oscar Sanchez como tema electoral, encubriendo no solamente sus responsabilidades históricas con la situación, sino además las medidas que propone. Aída Ayala habla ligeramente de eliminar las retenciones a la soja: va a habilitar desmontes aun más masivos. Promete eliminar ingresos brutos a los grandes productores agrarios de la provincia. Y forma parte de un bloque nacional que reclama la devaluación, una medida que apunta a liquidar los salarios y planes sociales y que será inútil para reactivar la economía, en un contexto de crisis económica mundial y devaluaciones en cadena.

 

El Partido Obrero ha realizado una propuesta sencilla: la investigación de las entregas de tierras fiscales de los últimos 20 años para reintegrarlas a sus dueños originales, o al Estado en su caso. Sería el puntal de una transformación agraria que tendrá como sujetos a los trabajadores rurales, los pueblos originarios y los campesinos y pobladores. Es el principio de dar vuelta la tortilla de un régimen que ha llevado a estas condiciones de miseria.