Un día después de dejar el poder, Cristina Kirchner, acompañada por su hijo Máximo, decidió viajar a Santa Cruz en un vuelo regular de Aerolíneas Argentinas. Minutos después de las 15, la ex jefa de Estado y el diputado nacional subieron al Boeing 737-700 y saludaron al resto de los pasajeros.
Apenas puso un pie en el avión, Cristina Kirchner recibió algunos aplausos y encaró hacia la primera fila de Club Economy. «Tenía que llegar a horario, porque si no perdía el vuelo», fue su primera frase, y pidió por su hijo, que había quedado rezagado. «¿Dónde está Máximo?», preguntó, y acto seguido apareció el legislador santacruceño.
La ex mandataria fue encarada por los periodistas, que querían una declaración. «Ya hablé mucho, chicos», les dijo amablemente. Consultada sobre qué había hecho en su primera noche lejos del poder, dijo que la pasó «durmiendo».
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Infobae
Al mismo tiempo que hablaba con la prensa, Cristina Kirchner le gritaba a su perro caniche, que intentaba escabullirse entre los asientos. «Violeta, Violeta», llamaba a su mascota. Mientras buscaba a su perro, uno de los pasajeros se acercó para agradecerle «por la dignidad que nos dio» y le entregó una carta de su esposa, «profesora de yoga».
