Los cientos de funcionarios agolpados en el Salón de Usos Múltiples de la residencia bonaerense aplaudieron con euforia, aunque contrariados por el sabor agridulce de la despedida y una promesa incierta. Ya habían devorado casi todo el catering -popurrí de sandwiches de miga y pan dulce de postre- cuando Daniel Scioli arrancó con el tramo final de su alocución.
«Luca, tranquilo, volveremos y seremos campeones del mundo. Y ahora les digo lo mismo a ustedes: volveremos y vamos a ser campeones», bramó el ex candidato presidencial. Fueron sus palabras finales, de despedida, en lo que fue su último discurso como gobernador antes del traspaso de mando, ante su gabinete y gran parte de sus colaboradores. Lo hizo al recordar por enésima vez el accidente de lancha de diciembre de 1989, en el que perdió su brazo derecho: Scioli utilizó aquella famosa frase que le dijo a su copiloto Luca Nicolini, mientras se desangraba en el río, para referirse a lo que será, según él, su revancha como candidato presidencial en unos años.
Antes de su deseo, el gobernador repasó algunos de sus logros de gestión y agradeció a dos de sus funcionarios: su vicegobernador, Gabriel Mariotto, y su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, uno de sus principales armadores políticos.
Del primero, Scioli reconoció los primeros roces en la gestión, cuando el vicegobernador era crítico del mandatario provincial. «Roces como tuve al principio con Néstor (Kirchner)», aseguró. «Uno termina entendiéndose», reflexionó, y deslizó que Mariotto es ahora «un compañero y amigo». De Pérez, el mandatario agradeció por los servicios prestados en los últimos 18 años. «A partir del 11 de diciembre, desde DAR -la fundación que dirige su hermano José- vamos a estar en la calle», auguró.
Este mediodía, el ex candidato presidencial participó junto a varios de los principales gobernadores del PJ en un almuerzo junto a Cristina Kirchner. Otra postal del fin de ciclo kirchnerista.