El espía amigo de Nisman: «Los mensajes con Alberto demuestran que no se suicidó»

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«El Moro» Rodríguez, el hombre de inteligencia que le recomendó a Nisman la asesoría informática de Lagomarsino.
Carlos “El Moro” Rodríguez asegura que regresó al país para buscar justicia por su amigo asesinado. Por qué cree que cambió el clima político, su relación con Diego Lagomarsino y su hipótesis sobre las últimas horas del fiscal.


—Usted fue el hombre que presentó al informático Diego Lagomarsino con su amigo, el fiscal fallecido Alberto Nisman, ¿Cómo explica que un hombre que conocía el ambiente del espionaje argentino le pida un arma a un informático?
—No me preocupa si le pidió o no un arma a Diego. Mi duda es por qué el apuro a ese día y a esa hora determinada. Si yo te pido, “Luis, ¿me prestas el grabador?” Me decis que sí y te insisto: “Traemelo ahora”. Tengo la presunción de que Alberto se tenía que encontrar con alguien y no confiaba mucho en esa persona. Le vendieron que le iban a dar una información para reconfirmar lo que necesitaba para su presentación en el Congreso. Por las dudas, debía tener un arma por si las moscas. Por ahí se comenta que le habían vendido “un arrepentido”. El tema es cómo se lo entraron.
—Estamos de acuerdo en que el gobierno no lo cuidó pero Nisman se equivocó en algo. Se quedó solo en Puerto Madero…
—Tal vez se equivocó. Pero Alberto no retrocedía. Le sacan a Stiuso…
—¿Y las llamadas que Jaime Stiuso no contestó?
—Lo deberá explicar él pero si estaba enquilombado te contestaba a las dos horas o al otro día. No sé.
—¿Stiuso estaba de acuerdo con la denuncia?
—Sí. Pero alguien que no le tiene muchas simpatías a Jaime me dijo que Jaime sabía lo que le podía pasar a Alberto. Pero no avalo eso por la relación que tenían. Creo que lo hubiese podido zafar. Sigo pensando que, en esas horas, Alberto tenía que ver a alguien.
—Pero ¿la supuesta escena del crimen fue plantada o no?
—No se puede discutir que fue suicidio. Ya lo hablamos. Alberto no era suicida. Acá se agregan datos que hay que investigar. Las llamadas de las semanas anteriores de Alberto. ¿Quién lo llamaba? ¿Qué le ponía nervioso? ¿Por qué lo hicieron venir apurado de Europa? Está comprobado que 20:30 de ese sábado alguien habló con Alberto, ¿se investigaron las líneas activas de esa noche en la zona del Le Parc? No se rastrearon los teléfonos. Las cámaras de Puerto Madero, de las calles lindantes al edificio, ¿se investigaron? Te van a decir que no funcionaban, como hicieron con el edificio. Pasó un año… Hasta que yo no mostré el mensaje de Alberto por WhatsApp nadie había chequeado esa información.
¿Cómo reaccionó cuando conoció la noticia de la muerte de su amigo? ¿Habló con sus hijas?
— (Rodríguez se emociona y comenta sus mensajes con la hija mayor de Alberto Nisman) Le dije que escucharía muchas tonterías sobre su padre, que no le diera pelota a nada y que le dijese a su mamá –por Sandra Arroyo Salgado- que nadie tocase nada y guardase el celular de Nisman. En el mensaje que me mandó Alberto está la prueba que no se suicidó – Nisman bromea, se lo nota confiado y seguro de la denuncia que estaba por ratificar ante el Congreso de la Nación.
—¿A qué atribuye la cantidad de pescado podrido que se tiró en este caso?
—Varias explicaciones: los servicios de inteligencia están inmanejables, La Cámpora en la AFI y, además, no quedan muchos profesionales.
—¿Nisman tenía el ego muy grande?
—Estos mensajes no son de un suicida. Estábamos bromeando, si hubiera tenido miedo de algo, me decía “Morito venite”. A Alberto lo conozco de muy joven, tenía el ego inmenso pero también era respetuoso y un gran amigo.
—¿A la secretaria de Nisman, Soledad Castro, la conoció?
—De nombre. Alberto me hablaba y confiaba en ella. Era su mano derecha. Había cosas, que a veces tenía que darme, y me hablaba de “Sole”. Nisman no dudaba en que si me tenía que tomar un avión lo hubiese hecho. Confiaba en mí, por eso estoy seguro que no temía en nada cuando me escribió el último mensaje. (Rodríguez cuenta una anécdota sobre Alberto en que le ofreció su ayuda y en que Nisman le respondió: “Tengo a mi amigo cerca, me protege”. Se refería a Jaime Stiuso).
—Pero ese fin de semana Jaime ya no estaba…
—Sin embargo no retrocedió. A pesar de que le habían sacado a Jaime Stiuso, Alberto siguió adelante. No se arrugó. Él confiaba en él. Le tengo tanto cariño a Alberto que cuando asume al frente de la fiscalía le recomendé que se cuide porque “el pibe –por Jaime- trabajaba para el gobierno” (de los Kirchner). Me respondió: “Un fenómeno, quédate tranquilo, pegamos muy buena onda, nuestras esposas se llevan muy bien, estoy muy contento con él” –por Stiuso-. Ahí le recomendó a Diego Lagomarsino para que le manejase los archivos de la computadora fuera de la gente de los servicios.
—Pero las personas pueden cambiar. Ese Lagomarsino tal vez no es el del 2015.
—No voy a hacer de abogado defensor de Diego. Pero en este año, le puse 2 o 3 palitos a Lagomarsino para ver si pisaba. No lo hizo. No dudó en sus respuestas. Te soy sincero y si encuentro un dato que me dice que le puso un palito para que la puerta no cerrase esa noche, aunque sufra, lo esposo y lo meto en cana yo. Si fuera Diego un servicio y tengo que ir a liquidar a un tipo, no uso mi arma. ¿Qué lógica tiene? Si lo hago, quiero mi arma lo más lejos posible del crimen.
—¿Sólo se disparó con la Bersa de Lagomarsino?
—Me cuentan que la jueza mandó a analizar el plomo por si había dos disparos diferentes. Esa versión estuvo al comienzo. Como que le dispararon con un arma y después con la Bersa. La investigación la hubiese hecho de otra manera. No se rastrearon los llamados de Alberto.
—¿Alguien lo convenció a Nisman de que pidiese esa maldita arma?
—Y no sé. Pero quizá alguien como Jaime le pudo haber dicho “si vas a ver a X tenes que tener un fierro”. Quizá le ganaron adentro del departamento. Un sicario va con su arma, no lo mata con un arma vieja que no sabe cómo funcionará. Pero si caes con un perro (por arma) y te encontras el perro de otro, aprovechás la situación. Pero quizá lo estaban escuchando. ¿Habrán buscado si había cámaras o micrófonos dentro del departamento? Tengo entendido que Alberto estaba cableado por todos lados. Aún si Jaime lo hubiese cuidado, se lo hacían. Es más, el propio Alberto podría haber tenido una cámara por si pasaba algo así, que ingresase alguien a robarle información sensible.
—Pero no lo tenía y las llamadas se cortaron abruptamente…
—No había manera en que Alberto estuviese sin usar el teléfono.
—Entonces lo mataron el sábado a la noche…
—Para mí sí.

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