El Pontífice había comenzado la ceremonia totalmente tumbado en el suelo, con la cara sobre un almohadón, postrado como señal de adoración a la Cruz que ocupaba la nave central de la Basílica.
«Es la hora de darnos cuenta que lo opuesto de la misericordia no es la Justicia, sino la venganza», afirmó durante el sermón de la misa el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, encargado de las prédicas de Pascua en la capilla papal de Santa Marta durante todo el mes.
«Hay una sola cosa que puede salvar realmente el mundo, la misericordia», afirmó Cantalamessa ante la atenta mirada y la reflexión del papa Francisco, que se unió al pedido de rezo «por la misericordia, opuesta a la venganza».
«Este año de la misericordia es la oportunidad de oro para sacar a la luz la verdadera imagen del Dios bíblico, que no sólo tiene misericordia, sino que es misericordia. «¡Dios hace justicia, siendo misericordioso! Ésta es la gran revelación», aseguró el fraile capuchino ante la atenta mirada del Pontífice.
Más adelante el predicador de la Casa Pontificia se detuvo a meditar sobre el odio y la brutalidad de los ataques terroristas en Bruselas que «nos ayudan a entender la fuerza divina contenida en las últimas palabras de Cristo: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’».
«Por grande que sea el odio de los hombres, el amor de Dios ha sido, y será, siempre más fuerte. A nosotros está dirigida, en las actuales circunstancias, la exhortación del apóstol Pablo: ‘No te dejes vencer por el mal antes bien, vence al mal con el bien’», detalló.
Y agregó: «Hay una sola cosa que puede salvar realmente el mundo, ¡la misericordia! La misericordia de Dios por los hombres y de los hombres entre ellos».
«La misericordia puede salvar, en particular, la cosa más preciosa y más frágil que hay en este momento, en el mundo, el matrimonio y la familia», finalizó Cantalamessa.