La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) dejó en claro su preocupación y descontento ante las subas en las facturas de energía eléctrica que recibe el sector. Los aumentos promedian el 152%.
La CAME expresó en las últimas horas una fuerte preocupación en relación a los incrementos de las últimas tarifas eléctricas que recibieron las pequeñas y medianas empresas argentinas. Las subas rondan el 152%, aunque en algunos casos, en especial la industria, llega al 600%.
La eliminación de subsidios a la electricidad en algunos sectores golpea por estos días a los costos de producción de las PyMES, particularmente al área industrial, donde rubros que realizan un consumo intensivo energía eléctrica.
Según el «Primer monitoreo de Impacto Tarifario» realizado en marzo por la CAME, las nuevas boletas destinadas a la industria llegaron con un aumento promedio de 211,5%, aunque con un rango de variabilidad de entre 109,5% y 635,1%.
Otro sector muy afectado es el agropecuario, donde el incremento promedia el 123,4% aunque con variaciones muy altas, ya que las subas arrancan en 35% y alcanzan al 248,5%.
En el comercio, en tanto, las boletas llegaron con alzas promedio de 103,8% aunque con alteraciones de entre 22,9% y 250% según la localización geográfica, el tipo de comercio, y el tamaño del negocio.
El impacto de la quita de subsidios es muy diferente entre empresas. Depende de variables simples como la actividad, el uso (intensivo o no) que hace del recurso eléctrico, su localización geográfica, la zona, o si ahorra o no; y de otras más complejas, especialmente en la industria, como el ‘quantum’ de la contratación de potencia realizado, si se excede o no la productividad de la energía o la antigüedad del cableado interno, entre tantas otras. Eso dificulta cuantificar el impacto agregado de las subas tarifarias, sobre todo teniendo en cuenta que cada provincia aplicará políticas de subsidios específicas.
Sin embargo, un primer monitoreo realizado entre 500 comercios, industrias y empresas agropecuarias del país, evidenció que:
Para fines de marzo, el 48% de las PyMES ya había recibido las nuevas facturas con los aumentos.
7 de cada 10 empresas consultadas recibieron las boletas con subas mayores al 100% y casi 3 de cada 10 de las empresas directamente tuvo incrementos superiores al 200%.
Las empresas más afectadas en esta ronda de aumentos son las PyMES de la región AMBA, que es donde más golpea la quita de subsidios porque las tarifas venían congeladas desde hace mucho tiempo. Allí, la suba promedio de las empresas consultadas ascendió a 247,7%.
Pero también en el resto del país los crecimientos tarifarios tuvieron una fuerte incidencia, porque si bien los porcentuales de variación en muchas zonas fueron menores, se pagaban valores que superaban en más de seis veces a los de CABA y Conurbano. Es que mientras Edenor, Edelap, y Edesur (las privatizadas que actúan en Buenos Aires) tienen tarifas congeladas desde la convertibilidad, las empresas provinciales vienen actualizando sus precios desde 2008.
En Entre Ríos, por ejemplo, las empresas consultadas que recibieron las boletas con aumento en marzo tuvieron en promedio una suba de 54,5%, pero eso se suma al incremento del 30% de enero pasado. Lo mismo sucede en Mendoza, las subas actuales promedian el 132,4% que se añade al 40% de lo elevado a fines del año pasado.
La incidencia del impacto en cada empresa también depende de su estructura de costos. Algunos de los casos testigos más delicados observados en el monitoreo fueron: para un frigorífico mediano de la provincia de Santa Fe, que realiza un uso intensivo de electricidad, y tuvo un aumento de 250% en la boleta de luz (subió a cerca de $850 mil al mes), con los nuevos valores tarifarios estima que se le ampliará un 15% sus costos de producción. Un impacto mayor se observa en una empresa olivícola catamarqueña que demanda más de 300kwh: con un aumento tarifario de 150%, sus costos de producción crecerán 35%.
El reacomodamiento de los cuadros tarifarios era una medida necesaria, pero generará un alto costo para las PyMES porque las encuentra con caídas en las ventas, bajas en la producción y serios problemas de liquidez. Algunas empresas podrán enfrentarlo con más resto que otras, y mientras tanto, se comienzan a realizar cuentas de que en pocas semanas se multiplicarán los costos de la provisión de agua y gas. Eso profundizará la caída de la rentabilidad.
En este sentido, los empresarios buscan saber dos cosas: la primera es «Qué medidas se tomarán en adelante para reactivar la economía»; y la segunda trata sobre «Qué decisiones se emplearán para potenciar la oferta de energía».