Los Trabajadores afrontan un flagelo que atenta contra el bienestar físico y la salud mental. La Organización Internacional del Trabajo asegura que las consecuencias del estrés laboral son cada vez más graves y provoca pérdidas por miles de millones de dólares.
Este tema no ha estado ausente hoy en la conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores que se celebra oficialmente en 80 países y extraoficialmente en muchos más.
En esta jornada en particular se realizan actos en diversas partes del mundo para plantear las reivindicaciones de la clase obrera, que coinciden en muchos casos con la exigencia de un empleo mejor remunerado, la creación de más puestos de trabajo, la flexibilización de la jornada laboral, el combate a la informalidad, igualdad de género, acceso a planes de vivienda, redistribución de la riqueza de una forma más equitativa y justamente mejora de las condiciones laborales, entre otros.
La OIT que reúne a gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados miembros, ha manifestado esta semana su preocupación especialmente por el estrés que afrontan los empleados para cumplir con las demandas laborales.
La agencia sostiene que el aumento de la competitividad, las altas expectativas sobre el rendimiento profesional y las largas horas de trabajo contribuyen a generar esas condiciones.
El estrés es el mal del siglo XXI. Reduce la productividad y, como consecuencia, la capacidad económica y de desarrollo de cualquier país. Archivo Banco Mundial.
Otros factores son las comunicaciones instantáneas que agregan presión al ritmo laboral y la línea divisoria cada vez más fina entre el trabajo y la vida privada.
Además explica que la recesión económica genera reestructuraciones, menores oportunidades laborales, más trabajo precario, despidos masivos, temor a perder el empleo y menor estabilidad financiera, con graves consecuencias para el bienestar físico y la salud mental.
El estudio presentado por la OIT muestra un vínculo claro entre el estrés laboral y los problemas de salud, sostiene Valentina Forastieri, especialista en temas de salud en el trabajo.
“Por ejemplo, en términos de salud física, está relacionado con trastornos cardiovasculares y músculo esqueléticos. En términos de salud mental está estrechamente relacionado con el cansancio, la depresión e incluso el suicidio”, explicó la experta.
El informe de la OIT examina las situaciones en todas las regiones del mundo y constata que el problema tiene un costo de miles de millones de dólares, además del impacto humano que implican las enfermedades y hasta el suicidio.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas, 450 millones en el mundo, sufren de al menos un trastorno mental.
Situación en América Latina
Por ejemplo en Chile, según datos de 2011, casi el 28% de los trabajadores y más del 13% de los patrones señalan que existe estrés en sus empresas.
En Brasil, un estudio encargado de examinar las ausencias por enfermedad como consecuencia de accidentes laborales o enfermedades profesionales, concluyó que el catorce por ciento de las prestaciones sanitarias anuales eran debidas a enfermedades mentales (nueve por ciento para los hombres y el dieciséis punto siete por ciento para las mujeres).
En Colombia, según la primera Encuesta Nacional sobre las Condiciones de Trabajo y Salud del Sistema General de Riesgos Profesionales (2007), casi el 25 por ciento de los hombres trabajadores y el veintiocho por ciento de las mujeres trabajadoras calificaron su nivel de estrés entre el 7 y el 10 en una escala de 10 puntos.
En Uruguay una encuesta sobre condiciones de trabajo, seguridad y salud laboral realizada por investigadores del Centro de Investigación en Psicología de la Salud Ocupacional, de la Facultad de Psicología, revela que el estrés afecta a una cuarta parte de los trabajadores, la depresión a un 9,30%, el insomnio a un 10,20% de los trabajadores.
Gran parte del ausentismo en las empresas uruguayas se debe a patologías que derivan de esta problemática. Se estima que alrededor del 25% de los trabajadores que piden licencia médica lo hacen por algún problema relacionado con el estrés.
El estrés es la enfermedad de salud mental del siglo XXI y puede ser el detonante de la depresión o incluso del suicidio, según los expertos.
De acuerdo a la Asociación Mundial de Psiquiatría, la mayoría de países latinoamericanos dedican menos del 2% de su presupuesto total de salud a las enfermedades mentales.
Si a esto se le suma un panorama constante de inequidad social, de inseguridad y de violencia tanto en las calles como en el hogar o en el trabajo y, además, el riesgo constante de enfrentarse a desastres naturales, entonces tenemos como resultado una población altamente estresada y proclive a enfermedades mentales más severas.
El problema no acaba ahí. Para el tratamiento de enfermedades mentales, los recursos humanos de la región son escasos: menos de 2 psiquiatras y de 3 psicólogos por cada 100 mil personas. La mayoría de estos especialistas están concentrados en la zona urbana.
En los Estados Unidos, según la encuesta sobre el Estrés en América (2015), los entrevistados clasificaron su nivel de estrés en un 4,9 en una escala de 10 puntos. Las fuentes de estrés más comunes comunicadas fueron el dinero (sesenta y cuatro por ciento), el trabajo (sesenta por ciento), la economía (cuarenta y nueve por ciento), las responsabilidades familiares (cuarenta y siete por ciento) y los problemas de salud (cuarenta y seis por ciento).
La carga económica total de las enfermedades de salud mental en este país se ha estimado en US$148.000 millones anuales donde la mayor parte se puede atribuir a la discapacidad laboral y a las pérdidas de productividad.
En Europa, se estima que el costo de la depresión relacionada con el trabajo es de 617.000 millones de euros anuales, que incluyen el costo del absentismo, la pérdida de productividad, los gastos en salud y las indemnizaciones por discapacidad.