Personal policial de la ex Brigada de Investigaciones encontró una bujía frente a la casa del fiscal antinarcótico, Sergio Cáceres Olivera. Consideran que con ese objeto rompieron la luneta de la camioneta EcoSport del citado fiscal el pasado viernes 13.
El hallazgo se produjo el miércoles 18, a las 21 horas. Participó del procedimiento el licenciado Fernando Pereira, actual jefe del Gabinete Científico que depende jerárquicamente del Procurador General, Jorge Canteros. Esta es la hipótesis de investigación que maneja la fiscal del caso, Dra. Carmen Beatriz Scarpin, quién esta semana estuvo reunida con los cuatro jefes de Delitos Complejos, Robos y Hurtos, Prevención y Captura y Homicidio, de la ex Brigada de Investigaciones.
El brusco e inesperado giro de la investigación generó una fuerte preocupación en Jorge Canteros, jefe de todos los fiscales, como también en el propio fiscal antinarcóticos, dado que manejaban las hipótesis de un ataque o intimidación organizado por líderes narcos que estarían encarcelados, a lo que se agregó una posible complicidad policial, que podrían quedar descartadas si se confirma que rompieron la luneta con la bujía que encontraron.
Este giro o desvío de la investigación generó un fuerte impacto interno. Es probable que desde la Procuración General se evalúen las registraciones que rutinariamente se hacen en el Gabinete Científico cuando algunos de sus técnicos intervienen en una causa judicial.
Lo harían para determinar si la intervención del licenciado Fernando Pereira, jefe del organismo, está regularizada en tales registros.
Hay sospechas internas cruzadas sobre el rumbo de la investigación. Todavía no se explican cómo fue encontrada la bujía frente a la casa del fiscal antinarcóticos cinco días después del hecho en función de que en el megaoperativo realizado el sábado 14, desde las 8 de la mañana, participaron varias unidades ordinarias y especiales de la Policía, peritos del Gabinete Científico, hasta que se hizo presente en el lugar el propio Jorge Canteros. Entre investigadores científicos, sabuesos, personal policial especializado y la presencia del alto funcionario del Poder Judicial sumaron más de veinte personas que supuestamente constataron –de manera minuciosa- no solo el automotor del fiscal antinarcóticos, sino todo el perímetro ampliado que comprendió no solo la vereda de la vivienda del fiscal y la calzada pavimentada, sino un espacio mayor, sin que hallaran la bujía que encontraron recién el pasado miércoles 18.
De cualquier modo, los estudios científicos posteriores podrán demostrar si el orificio que presentaba la luneta de la camioneta EcoSport fue provocado o no utilizándose la bujía incautada. Por la forma, concéntrica radial, de tal orificio y en la medida en que comprueben que en sus bordes quedaran efracciones y residuos de material (acero, hierro, aislante cerámico) compatible con la bujía que encontraron, podrá afirmarse que fue el elemento utilizado para romper la luneta del fiscal antinarcóticos, que no fue conservada en el marco de la investigación judicial.
Esto también podría descartar, si se comprueba, la hipótesis del ataque o intimidación contra el fiscal. Al cierre de esta nota, crecía la confusión y la desconfianza en la justicia. El Centro Mandela, inicialmente, había establecido que rompieron, o sea que no balearon, la luneta del automotor del fiscal antinarcóticos, Sergio Cáceres Olivera.
Balearon la camioneta del Fiscal Antinarcóticos
Al día siguiente del hecho, los medios de comunicación repitieron que balearon la camioneta del fiscal, con un disparo de arma. Un día después, tales medios resaltaron que el automotor del fiscal fue atacado a balazos, y que el arma que se usó sería un revolver calibre 22. Agregaron que los presuntos atacantes estaban ligados al narcotráfico.
El lunes pasado se puntualizó que líderes narcos habrían organizado -desde una cárcel- el ataque para intimidar al fiscal antinarcóticos, repitiéndose que habían baleado su vehículo que estaba estacionado frente a su casa, y que se trataba de un mensaje mafioso, según palabras que se atribuyeron al fiscal Cáceres, al procurador general Jorge Canteros y al adjunto Miguel Fonteina. Hablaron de intimidación y amedrentamiento contra Cáceres porque –conjuntamente con la juez de narcomenuadeo- están trabajando muy bien junto a los dos fiscales, que investigan a los narcos.
Ponderaron sus propios desempeños y se felicitaron, lo que no estuvo bien porque se debe mantener la moderación y la prudencia en el servicio de justicia. Pareciera que se inclinaron por un marketing para intentar mejorar el escaso rendimiento y los pobres resultados logrados por la justicia provincial antinarcótica.
Además, el impacto mediático y en la opinión pública del caso, los alentó a pedir más presupuesto para ampliar la estructura operativa del servicio que prestan, que lo plantearon como exitoso. Desde el principio todo parecía un montaje exagerado.
El martes pasado se insistió que se puso al descubierto el plan de los distribuidores de drogas, que determinó que los cabecillas del narcotráfico mandaran a intimidar al fiscal. Como fuente de la información difundida señalaron los resultados de las escuchas telefónicas y la posible complicidad de un policía para atacar al fiscal. El miércoles pasado la noticia ya no estaba casi en ninguno de los medios. El jueves el foro permaneció en silencio, al igual que los medios. Al cierre de esta nota, tampoco se publicó ninguna noticia vinculada con el hecho.
Afirmaron que para intimidar al fiscal se utilizó un revolver calibre 22
Como consecuencia de la rotura de la luneta del automotor del fiscal quedó un orificio concéntrico radial. La imagen publicada, y la que ahora agrega el Centro Mandela, también muestra habrían intentado sacar la luneta. En los vértices quedaron vestigios de las posibles maniobras. En la vereda quedaron restos de las efracciones, según algunas fotografías. Las fotos comprueban la existencia de tal orificio, como también que no se produjo la rotura completa del vidrio y del material polarizante.
Las primera versiones indicaban que se había utilizado un arma de fuego, calibre 22 (5,5 mm) o un arma neumática (aire comprimido). Esas versiones no eran muy defendibles porque no encontraron el proyectil y no se contaba con el arma con el que se creía que se había efectuado el disparo.
Si hubiera sido un disparo de revolver calibre 22, por la altura del orificio que quedó en la luneta, también debería haber atravesado el parabrisas del automotor. En definitiva, casi todos se apresuraron en afirmar que se trató de un disparo con arma y, algunos arriesgaron, que se trató de un arma de fuego, lo que no está aconsejado plantear ni difundir porque no se había secuestrado el proyectil ni el arma.
Hasta el cierre de esta nota no fue encontrado ningún proyectil vulnerante. Tampoco encontraron un orificio provocado por un proyectil en el tablero ni en las butacas de la camioneta. Si se hubiera utilizado un arma de fuego o una neumática, el proyectil tendría que estar confinado en el automotor que recibió el impacto, salvo que el disparo se hubiese efectuado de adentro hacia afuera. Ahora bien, siguiéndose la probabilidad de que se hubiera utilizado una bujía para dañar la camioneta del fiscal, una vez que se confirme o se descarte este dato quedaría en evidencia que se sobre dimensionó y se magnificó un hecho al que se le dio una desproporcionada connotación.
El personaje del barrio: “el rompe coche”
En el barrio, cada tanto, hace su incursión nocturna un hombre al que varios vecinos califican el “rompe coche”. En realidad, rompe los vidrios de los coches. Desde hace bastante tiempo que causa daños en los automotores que quedan estacionados en la vía pública. También operan otros muchachos que utilizan gomeras, pistolas de aire comprimido, barretas y cascotes.
La situación es sistémica y conocida en el barrio. Lo vienen sufriendo varios vecinos del lugar a quienes dañaron sus vehículos, que no son muy vistosos ni de alta gama. Rompieron automotores marca Torino, Fiat Uno, Volkswagen Gacel, Renault 21, un par de motos y otras unidades, sin que robaran en todos los casos.
Entre las víctimas de delitos y de violencia están un arquitecto, un veterinario, jubilados e incluso –según refirió un vecino- el propio hijo del fiscal Cáceres, que fue sometido a violencia. Los hechos ocurren en un radio de cuatro manzanas en torno del Cine Teatro Obrero y su polideportivo, antigua entidad tradicional de Villa Del Carmen.