La Policía ha decidido empezar a trasladar a los evacuados ante la escasez de suministros y la precariedad de los alojamientos
El incendio avanza en Canadá (Darryl Dyck – Bloomberg)Varios vehículos abandonados en la autopista 63 (Darryl Dyck – Bloomberg)Un policía se protege con una máscara de los gases tóxicos del incendio (Mark Blinch – Reuters)
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Las autoridades de Canadá esperan un cambio en las condiciones meteorológicas para contener el incendio que ha arrasado más de 100.000 hectáreas de bosque en el noroeste del país y obligó a evacuar cerca de 90.000 personas el pasado martes.
Ante la escasez de suministros y la precariedad de los alojamientos, las autoridades han decidido empezar a trasladar a los desplazados este sábado a través de Fort McMurray, una ciudad fantasma al noroeste de Toronto en la que sólo permanecen unos 200 bomberos que intentan evitar que las llamas destruyan instalaciones vitales para la ciudad.
La policía ha escoltado a los evacuados en grupos de 50 vehículos. Un helicóptero policial sobrevuela la ruta constantemente para asegurar que está libre de llamas. La Policía prevé que este sábado sólo puedan escapar hacia el sur unos 1.500 vehículos de los miles que están atrapados al norte de la localidad debido al lento tráfico.
Los desplazados han encontrado por el camino coches abandonados en la mediana. Los conductores tuvieron que abandonar sus vehículos cuando las llamas bloquearon la autopista 63. También se han encontrado con un paisaje apocalíptico, con esqueletos de buzones que daban la bienvenida a casas completamente en ruinas y con el bosque que rodea las zonas residenciales cercanas totalmente desaparecido.
La primera ministra de la provincia de Alberta, Rachel Notley, ha advertido durante una rueda de prensa que gran parte de los desplazados no podrán regresar a sus hogares en Fort McMurray, hasta dentro de dos semanas como mínimo.
Las autoridades han asegurado que facilitarán ayudas económicas de forma inmediata a las personas evacuadas. “Uno de los factores clave a los que se enfrentan los desplazados son los desafíos inmediatos: alimentación y alojamiento”, explicó Notley, quien cifró en 77 millones de dólares el coste del programa de asistencia. Mientras, los efectos del incendio ya se están notando en todo el país e incluso Norteamérica.
Notley también ha confirmado las dos primeras muertes relacionadas con el incendio. Los dos fallecidos, Aaron Hodgson y Emily Ryan, de 15 años de edad, murieron el pasado miércoles cuando el vehículo en el que escapaban de Fort McMurray se estrelló contra un camión de transporte. El padre de Ryan es uno de los bomberos que está combatiendo el incendio.