La joven, cuya identidad la Policía pidió a la prensa no revelar, vive con sus padres y un hijo de tres años en un barrio de Jacarepaguá, en la zona oeste de la ciudad, cerca de donde se levanta el Parque Olímpico para los Juegos que comenzarán en agosto.
La noche del último sábado salió para asistir a un baile funk en la favela del Morro da Barão, no muy lejos de sus casa, y encontrarse con su novio, Lucas Perdomo, de 20 años, jugador de fútbol y asociado al Comando Vermelho, grupo narcotraficante que domina la comunidad.
“Todas podemos pasar por esto un día. No duele el útero y sí el alma, porque existen personas tan crueles que son impunes”, escribió ayer en su cuenta de Facebook una adolescente de 16 años que esta semana fue violada por unos 30 hombres, en un caso que conmocionó e indignó a todo Brasil , luego de que los atacantes divulgaron vídeos de la agresión sexual colectiva.
La adolescente no sabe qué sucedió exactamente luego. Según declaró a la policía, sólo recuerda que fue drogada, se desmayó, y se despertó al día siguiente en una casa, desnuda, con sus órganos genitales sangrando, y rodeada de 33 hombres armados que reían y la abandonaron allí. Logró juntar unas ropas masculinas que había en el lugar y consiguió llegar a su hogar, donde, en estado de shock, se recluyó sin contar lo sucedido a nadie por algunos días.
Sin embargo, el miércoles empezaron a circular en Twitter y Facebook videos de la violación grupal. En las grabaciones se veía a los hombres, de distintas edades, burlarse de la joven que yacía inconsciente en el piso mientras era ultrajada.
Hasta que los sitios de Internet bloquearon las cuentas, las brutales imágenes se difundieron con rapidez y llegaron hasta la familia de la víctima, que sólo entonces decidió acudir a la policía para hacer la denuncia. Fue sometida a exámenes médicos y psicológicos, y se le dio un cóctel de medicinas para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual y un posible embarazo.
El jueves, cuando el caso se volvió público, los brasileños, conmocionados, estallaron en expresiones de condena a los atacantes y apoyo a la adolescente. El hashtag #EstuproNaoECulpaDaVitima (la violación no es culpa de la víctima) inundó las redes sociales y, además de las autoridades, numerosas personalidades manifestaron su solidaridad con la joven, a la vez que culparon por la cultura de la violación al machismo enraizado en la sociedad.
Una de las primeras en hacerse oír fue Dilma Rousseff , suspendida de la presidencia mientras enfrenta un proceso de juicio político por manipulación de las cuentas públicas. “Una vez más reafirmo mi repudio a la violencia contra las mujeres. Es inaceptable que crímenes como este continúen sucediendo. Repito, debemos identificar y castigar a los responsables”, escribió en su cuenta de Facebook. Dilma calificó el hecho como una “barbarie”.
Le siguió luego el presidente interino, Michel Temer, que consideró “absurdo” que ataques “bárbaros” como éste ocurran en pleno siglo XXI. Ordenó una profunda investigación y anunció la creación de una dependencia de la policía federal para luchar contra estos crímenes.
“Tomaremos medidas efectivas para combatir la violencia contra la mujer”, afirmó Temer, mientras el Ministerio Público recibió ayer 800 denuncias sobre violaciones y continuaban las condenas a la agresión, desde el Colegio de Abogados de Brasil hasta la oficina local de Naciones Unidas.
“El ataque a esta joven es también un ataque a todas las mujeres”, resaltó la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de la Legislatura de Río de Janeiro.
Hasta anoche, cuatro de los agresores habían sido identificados por la Policía, entre ellos el novio de la víctima, hijo de un pastor evangélico, así como otros hombres de entre 18 y 41 años. Todos tenían ya orden de captura.
Según estudios del Foro Brasileño de Seguridad Pública, cada 11 minutos una mujer sufre alguna agresión sexual en el país. Y, de acuerdo a los datos compilados más recientes, en 2014 fueron denunciadas 47.646 violaciones. En lo que va de este año, tan sólo en Río de Janeiro fueron registrados 1543 casos.
“Me siento una basura. El estigma es lo que me está doliendo más. Es como si me dijeran que fue mi culpa por usar ropa corta, por haber ido allí”, dijo la joven en una entrevista al diario O Globo, acompañada por sus padres.