La maniobra por la que el juez federal Sebastián Daniel Casanello y el fiscal federal Guillermo Marijuan han llamado a indagatoria a los cuatro hijos de Lázaro Báez –Martín, Leandro, Luciana y Melina ha sido perfectamente esclarecida.
Todo comenzó con la apertura en Panamá de una empresa offshore a la que se llamó Kinsky Foundation. En 2011, esta empresa extendió un poder a Helvetic Service Group la firma cuyo propietario, Marcelo Ramos, está prófugo y con pedido de captura internacional para que sirviera de conducto a través del cual se buscó hacer circular la plata negra que pertenecía a la familia Báez.
Una vez completada esta autorización, Kinsky Foundation procedió a abrir una cuenta en el Banco Safra de Ginebra, a través de la cual se movieron alrededor de 20 millones de dólares pertenecientes a Austral Construcciones, la empresa madre del Grupo Báez. Pero eso no fue todo.
Hubo 5 millones de dólares más atribuidos a la firma Epsur, que es la compañía del grupo que se dedica a la actividad petrolera. Ahora se sabe que los titulares de esa cuenta bancaria son Martín, Leandro, Luciana y Melina Báez, quienes, además, son los beneficiarios de la Kinsky Foundation.
Por otra parte, cabe consignar que el abogado Jorge Chueco y el contador Daniel Pérez Gadín eran, a su vez, los directores de la Kinsky Foundation y de la Tyndall Limited Inc., empresa que fue abierta en Panamá con una cuenta que funcionaba desde 2011 en el Banco Lombard Odier, con sede en Ginebra.
Este banco, con antecedentes floridos en maniobras de lavado de dinero, fue mencionado por Leonardo Fariña en su declaración ante el juez Casanello. Por si alguien lo olvidó, hay que recordar que tanto Chueco como Pérez Gadín están procesados y presos por estar acusados de lavar dinero.
En los últimos meses del año 2011, Tyndall Limited recibió tres transferencias por un monto total de unos 700 mil dólares provenientes de la empresa Teegan Inc., que también había sido abierta en Panamá y estaba a nombre de Martín Báez. Hubo una transferencia más originada en la firma Worldwide Investments Properties LTD, por una suma de 299.970 dólares.
Tanto para el juez Casanello como para el fiscal Marijuan, la maniobra se completa con la transferencia de dinero que se hizo desde la Kinsky Foundation y la compañía Wodson Internacional SA hacia Helvetic Service Group, con la finalidad de comprar bonos de la deuda pública, instrumento que se utilizó para hacer reingresar al país ese dinero ya “lavado” y “blanqueado”.
Hasta aquí, todo lo referente a la operatoria para llevar adelante la maniobra. Pero en lo referente a la investigación y sus tiempos, ¿qué hay detrás del anuncio del viernes realizado de manera espectacular entre bombos y platillos por el doctor Casanello? Lo primero que hay que señalar es que fue el fiscal José Campagnoli junto a su equipo al frente de la Secretaría de Investigaciones Penales quien, a partir de los dichos del financista Federico Elaskar –que manejaba La Rosadita– y Leonardo Fariña, promovió la investigación de la maniobra y en menos de 48 horas corroboró parte de las declaraciones y referencias manifestadas por “los arrepentidos”. Al cabo de veinte días, el equipo de Campagnoli ya tenía el mapa del origen del dinero y gran parte de la ruta. La causa terminó en el juez Casanello con los detalles del trabajo realizado por el fiscal. Vale decir que transcurrieron más de dos años con la investigación prácticamente dormida en algún cajón de los tribunales.
José Campagnoli fue desplazado por la procuradora Gils Carbó y la Secretaría de Investigaciones Penales disuelta y condenada al olvido.
Pero todavía hay más. La Justicia suiza emitió dos fallos entre marzo y junio de 2014 que, de haber sido tenidos en cuenta por Casanello, hubieran sido vitales para el avance de la investigación sobre lavado que involucra a Báez y las más altas esferas del poder. La legisladora Graciela Ocaña y el diputado nacional (MC) Manuel Garrido se involucraron en el caso y le enviaron al juez apodado “tortuga” copias del fallo dictado por los tribunales suizos y la correspondiente traducción para evitar dilaciones.
Para sorpresa de todos, la investigación de los jueces de la Confederación Helvética ya había bloqueado hacía dos años las cuentas vinculadas a los hijos de Báez. Casanello no podía desconocer esta información y, como prueba de ello, obra el escrito presentado por Ocaña al propio juez: “Acompaño una traducción no oficial de los fallos, para facilitar la comprensión de algunos datos interesantes que allí aparecen, como por ejemplo:
a) el Ministerio Público de la Confederación logró que se dispusiera el secuestro e inmovilización de una suma muy significativa de dinero depositada en cuentas bancarias, ya que podría tratarse de activos provenientes de actos de corrupción.
b) se hace mención a 15 millones de dólares enviados en pequeñas cantidades y colectados en una cuenta (típica operación de lavado desagregado e integración); el cierre de cuenta en un banco, ante la imposibilidad de explicar el origen de la operación que fue génesis de los fondos depositados.
c) envío de su saldo a otro banco, a cuenta de una ignota y sospechosa fundación”. En otras palabras, parte de lo anunciado por el juez como una novedad podría haber sido develado mucho antes. El único descubrimiento fue aportado por la Unidad de Información Financiera (UIF) –ahora en manos de profesionales sin comisarios políticos–, que confirmó que aquellas cuentas suizas pertenecen a los hijos de Báez.
Toda esta serie de hechos que conmueven al país han dejado al Frente para la Victoria en estado de shock. La diáspora que había comenzado a principios de año no tiene otra alternativa que profundizarse. “Lo de López marca un antes y un después”, señaló un dirigente clave del kirchnerismo bonaerense. Pero no son sólo las valijas llenas de millones de dólares de López o las cuentas no declaradas de los hijos de Báez lo que está en la génesis de esta hecatombe; también están las cartas de CFK, que desde su irrealidad trata de convencer a los suyos de que todo este escándalo le es ajeno. López es Kirchner; Báez es Kirchner; De Vido es Kirchner; Jaime es Kirchner. “Uno aprende, cuando se hace viejo, que ninguna ficción puede ser tan extraña ni parecer tan improbable como lo sería la simple verdad” (Emily Dickinson). Es lo que muestra esta historia de bolsos, billetes, bóvedas y valijas.
Fuente: Perfil/Santiago Serra