La cultura es el conjunto de elementos materiales y espirituales de un pueblo. Es su identidad, su sentido de autopertenencia; un pueblo es libre sólo en su ámbito cultural.
La educación es la transmisión de la cultura y de los valores para la toma de decisiones en tiempos de incertidumbre. La educación es inclusión social.
El 9 de julio de 1816 nos obliga a mirarla y a actuar desde una visión dinámica de la historia; para reinterpretarla en la mundialización, una independencia significa la independencia política, económica, científica tecnológica y cultural.
Pero la independencia más profunda es la autonomía cultural, porque de lo contrario se corre el riesgo de una dependencia cosmopolita y se profundiza la colonización pedagógica que nos habla Arturo Jauretche.
La mundialización nos conlleva a interpretar que el mundo va hacia la conformación de espacios continentales.
Sin embargo, completar la primera independencia es entender que el Bicentenario es la hora de la segunda independencia y que esto se llama emancipación cultural desde la educación. Y es mi compromiso máximo como legisladora pero sobre todo como ciudadana de la Patria Grande.