Este martes, a las 21 hs., el Centro Cultural Ercilio Castillo recordará la presentación del libro de Vidal Mario, acerca de la Masacre de Napalpí, hace diez años. Se proyectará un video-documental y para el cierre, una obra musical interpretada por dos violinistas y un pianista.
La obra, titulada “Napalpí, la herida abierta”, fue presentada el día 26 de febrero de 2006, en el Centro Cultural Nordeste, y tuvo un presentador de lujo, Antonio Bosch, a quien precedió el recordado Savelio Yurkevich, quien había escrito el prólogo del libro.
En esta oportunidad, se exhibirá un video en el que pueden reconocerse otros investigadores, historiadores y ciudadanos preocupados por los derechos humanos y la integración efectiva de los indígenas. En el cierre del acto se interpretará una obra musical con la intervención de un conjunto de cámara integrado por dos violinistas y un pianista, seguramente preparados por la profesora María Rosa Alcaraz, quien también es la que oficia de locutora en la ocasión.
Memoria escrita de un hecho cruel
Debe recordarse que el libro de Vidal Mario sirvió como memoria escrita de un hecho cruel protagonizado por la entonces policía de Territorios Nacionales en colaboración con el ejército y civiles armados, quienes asesinaron a cientos de aborígenes de la reserva de Napalpí, usados como “mano de obra barata” por productores de la zona.
El desencadenante de la denominada “Masacre de Napalpí” -ocurrida el año 1924- fue una protesta que realizaron los indígenas que eran explotados en esa zona, reclamando mejores condiciones laborales. La intervención de las fuerzas de seguridad, apoyadas por un avión del entonces Aero Club Chaco, desde el que se bombardeó a la población aborigen indefensa, sin respetar sexo ni edad, buscaba eliminar a los manifestantes y terminar de raíz con la protesta.
Se actuó con saña y alevosía, y los principales dirigentes fueron degollados y castrados, como era la costumbre de los militares que actuaron en la tristemente expedición al desierto, a manera de escarmiento y para infundir terror en los aborígenes. Con similar suerte –pero sin perder la vida- concejales, políticos y periodistas socialistas de Resistencia, por oponerse a tan drástica medida encarada por el interventor federal en el Chaco, fueron también perseguidos, golpeados duramente y encarcelados el mismo año.