La empresa estadounidense de medicamentos accedió a regular y advertir sobre el efecto de los opiáceos que generan graves adicciones y ponen en riesgo la vida de las personas.
El laboratorio Pfizer es la segunda droguería más grande del mundo y accedió a formar parte de un código de conducta para la venta y distribución de opiáceos, crear un estándar para fabricantes de estupefacientes y detener el abuso de analgésicos catalogados como adictivos.
Un artículo publicado por The Washington Post explica esta nueva posición del laboratorio norteamericano que, si bien no son grandes vendedores de opiáceos en comparación con otras compañías, pretende tomar la responsabilidad en ese ámbito para evitar el marketing agresivo de productos que generan adicciones en el mediano plazo y pueden llevar a la muerte de quienes abusan de ellos.
El artículo fue escrito por Lenny Bernstein, especialista en salud y medicina en ese periódico, y explica que Pfizer accedió a colocar avisos en sus analgésicos que adviertan a los compradores de los «serios riesgos de adicción, incluso al ser usados adecuadamente».
También promete mediante este código de ética, no vender ni promocionar opiáceos que no estén aprobados para determinados dolores y controlar aquellos catalogados como «a largo plazo» para dolores musculares en particular los que generan adicción en los usuarios.
La compañía de medicinas admitió que no hay investigaciones formales de calidad que puedan demostrar los efectos residuales de ese tipo de medicinas más allá de las 12 semanas.
Los términos de ese acuerdo se realizaron con las autoridades de la ciudad de Chicago, en Estados Unidos, quienes dos años atrás demandaron desde el gobierno a empresas que producen opiáceos sobre su negligencia en dicho mercado que provoca cada año miles de adictos y graves problemas de salud en la comunidad.
Uno de los funcionarios del departamento legal de la ciudad de Chicago, Stephen R. Patto, calificó a Pfizer como «una empresa que accede a pensar y comprometerse desde el sentido común en las prohibiciones que buscamos desde nuestra demanda judicial. Esperamos que este acuerdo pionero dé lugar a otros en la industria».
La empresa, por su parte, publicó un comunicado donde aseguran estar «satisfechos con el trabajo» que realizan en conjunto con la ciudad de Chicago «para ayudar a controlar el dificil problema de las prescripciones y el abuso de esas drogas». También afirmaron que la empresa ya seguía una serie de reglas estrictas al respecto antes de este acuerdo oficial.
Uno de los objetivos de la demanda por parte de esa ciudad hacia las farmacéuticas fue por el desarrollo de OxyContin realizado por Purdue Pharma. Esa droga y su amplia distribución son, según las autoridades, una de las causas del rápido crecimiento en el abuso de analgésicos en EEUU.
Según lo demandado por la justicia, la empresa Purdue Pharma aseguraba mediante una agresiva campaña publictaria que el uso prolongado de ese tipo de medicinas reducía el riesgo de abuso y adicción, cuando en la realidad los resultados demostraron lo contrario.
Aproximadamente 165.000 personas murieron en ese país en los últimos 20 años por sobredosis de este tipo de narcóticos recetados legalmente pero no controlados en su distribución y abuso, según informó el Centro de Control de Enfermedades y Prevención, quienes catalogan al uso indiscriminado de opiáceos como una epidemia. El gobierno de EEUU estima que 2.1 millones de personas son adictos a estos analgésicos.