Jueves: Continúa el ciclo de cine en el Centro Cultural Ercilio Castillo

Sociedad

Este jueves continúa el ciclo de cine con “La Luna”, del director italiano Bernardo Bertolucci, realizada en una coproducción con EE.UU. y acreedora del globo de oro 1979. La película será exhibida a las 20.30 hs. en López y Planes 336, con entrada libre y gratuita, previéndose al final un intercambio de ideas entre los presentes.

Trata sobre la relación conflictiva que mantiene Caterina, una cantante lírica de renombre, y Joe, su hijo adolescente.

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Ante la muerte de su esposo, la cantante decide abandonar Nueva York y radicarse con su hijo en Italia, país donde debe interpretar una ópera. Siempre polémico con sus realizaciones, Bertolucci centra la atención en la relación de extrema ambivalencia afectiva que mantiene la madre con el hijo, quien presenta una serie de conductas irregulares producto de esa relación conflictiva con su progenitora y lo difícil que le resulta superar la falta de padre (y adquirir límites) por esta conducta materna elementalmente seductora –sobreprotectora y posesiva, pero al mismo tiempo de “dejar hacer”- producto de la ausencia del padre (que es decir de un tercero que pueda poner límites a madre e hijo) y que hace que el muchacho pareciera estar siempre viviendo situaciones extremas como para llamar la atención.

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Quizá no sea exactamente así, pero Caterina se muestra aparentemente inconmovible ante un niño reclamante y solo, quien con sus padecimientos consigue finalmente que la madre le preste atención e interprete sus deseos infantiles e inmaduros en base a los reclamos de niño (sus propias necesidades) y no las fantasías o el parecer del adulto, que en el caso de Caterina tiene una enorme cuota de hedonismo y narcisismo. Ella también es ante el hijo la “diva” acostumbrada a mirarse en el espejo de la fama y el reconocimiento social, pero incapaz de acompañarlo en su desarrollo e independencia emocional.

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Como en sus otras películas, hay situaciones que pueden sonar al espectador como forzadas o extremas, como aquella amistad de dos niños de pueblo tornada después en odio y violencia ideológica (como en su filme Novecento); o la soledad y anonimato del que tuvo todo el poder y lo pierde (El último Emperador), o quienes no tienen nada y terminan por destruirse (Ultimo Tango en París). Las primeras escenas del filme presentan todo eso en cuestión de minutos: una madre hedonista y voluptuosa, entregada al baile con su amante mientras el bebé se atragante con miel (¿un anuncio del “atragantamiento” que después tendrá con la heroína, y que logra conmover a la madre y exigirle una atención diferencial?).

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