Ibar Pérez Corradi se refirió así ante la jueza federal María Romilda Servini al principal interrogante de la política argentina. Lo dijo durante el extenso interrogatorio que le realizó la magistrada en el Edificio Centinela, donde tuvo que ir por «razones de seguridad». Las autoridades temen que moverlo de ese lugar -hoy debía ir al edificio de Comodoro Py- podría poner en peligro su vida.
Así lo manifestó el acusado de ser el cerebro del triple crimen en la causa de la efedrina. Declaró hoy durante varias horas ante la jueza que investiga la mafia de los medicamentos y los asesinatos.
«Sebastián Forza me dijo que La Morsa es Aníbal Fernández».
La respuesta de Pérez Corradi, realizada de manera formal ante la Justicia Federal, pone un nombre propio al apodo que durante los últimos años era mencionado como el verdadero «cerebro» de una maquinaria criminal, que iba desde la autoría intelectual del triple crimen de General Rodríguez a la protección de operaciones de narcotráfico.
De acuerdo con fuentes judiciales, ante la jueza Servini el detenido manifestó: «Sebastián Forza me dijo que La Morsa es Aníbal Fernández». Y ratificó su condición de «inocente» y de no tener vinculación con delito alguno.
Según resaltaron los mismos voceros, Pérez Corradi manifestó que Forza le reveló antes de su muerte -de la que se desligó, así como de los otros dos crímenes- y que había enviado una fuerte suma de dinero a «La Morsa», con el supuesto objetivo de tener «protección y cobertura». Las fuentes de la audiencia de hoy precisaron que el detenido aseguró en su declaración que Aníbal Fernández habría trabado la actividad de los laboratorios y exigido, incluso, el pago de una fuerte suma de dinero. En ese marco, sugirió que hubo pagos de «cientos de miles de dólares enviados en bolsos» a «La Morsa».
La extensa declaración de hoy, de acuerdo con los voceros, es la primera parte. «Vino ayer desde Paraguay, estaba cansado y pidió suspender la audiencia hasta el lunes», cuando se retomaría la declaración. En esa oportunidad, dijeron los informantes, Pérez Corradi prometió dar información sobre Ricardo Echegaray, ex jefe de la AFIP y, en la actualidad, desplazado de la Auditoría General de la Nación. Se trata de uno de los ex funcionarios del gobierno de Cristina Elisabet Kirchner más complicados y con un frente judicial cada vez más comprometido.
Por último, como parte de la declaración, Pérez Corradi también justificó su condición de prófugo y su ocultamiento en Paraguay porque, supuestamente, sufrió un intento de secuestro y que corría riesgo la integridad física de su familia.
La Morsa, el gran interrogante
«Pérez Corradi sabe quién es La Morsa, pero va a hablar con elementos y pruebas para determinar quién es. La Morsa existe, aunque capaz hay más de una morsa», había anticipado Carlos Broitman, el abogado del acusado más buscado por la Justicia argentina. Sin embargo, al término de la declaración, se negó a dar detalle alguno del testimonio. «Respondió todas las preguntas», se limitó a decir, y confirmó que reiteró su inocencia.
La declaración -que se prolongó por cuatro horas- continuará mañana o el lunes. Por lo pronto, el condenado pidió ingresar en el programa de protección de testigos, «porque la gravedad de lo que dice así lo amerita», indicó el letrado.
El abogado indicó que Pérez Corradi seguirá detenido en el edificio de la Gendarmería con estrictas medidas de seguridad. Incluso contó que hasta la comida que se le proporciona es probada con anterioridad. Y reveló que por entonces se encontraba con su familia.
El ex empresario farmacéutico, detenido en Paraguay hace 16 días luego de permanecer prófugo tres años, llegó ayer a Buenos Aires, para ser indagado en la causa por el triple crimen de General Rodríguez y el tráfico de efedrina.
Además del triple crimen de Sebastián Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35), cometido en 2008, Pérez Corradi está acusado por el juez Sebastián Casanello por lavado de activos en la denominada «mafia de los medicamentos» y por el magistrado en lo penal económico Rafael Caputo, que investiga el tráfico de efedrina desde India y China camuflada en pólvora y proteína de suero.