Este jueves continúa el ciclo de padres e hijos, en el mes de la inauguración del Auditorium Irma Miró, con la extraña y apasionada obra dirigida por Jaco Van Dormael. La proyección en el microcine ubicado en López y Planes 336, comienza a las 20.30 hs. con entrada libre y gratuita.
Realizada el año 1991, “Toto, el héroe” fue el primer largometraje del belga Van Dormael. Una obra maestra del suspenso centrada en los afectos y en la memoria que todo lo rescata, aunque sea fragmentariamente y a veces también distorsionadamente. Como dirían los chicos, el filme “empieza mal” desde el comienzo mismo, sigue de inmediato con una escena llena de ternura y en segundos, se sucede el caos y la destrucción, y vuelta a empezar.
Luego, la película toma distintas direcciones y que la maestría del director hace que todas estas “rutas” llenas de guiños y “carteles indicadores”, confluyan en finales diversos (según el acto que estamos mirando) casi siempre previsibles, aunque asombrosos. Una prueba del ingenio de un realizador joven y talentoso, que –para estar a tono con las propuestas que viene proponiendo el Centro Cultural Ercilio Castillo- dedica su opera prima a sus padres.
Aparecen padres, hijos y relaciones idílicas y armoniosas que obligan al espectador a recrear sus propias primeras experiencias familiares, hasta que todo se descompone y estalla en pedazos. Pero no es así como se describe –todo junto y estrepitosamente- sino que hay una elaboración minuciosa y contundente; aparecen varias líneas que deben seguirse para aprehender el sentido de la obra. Hay trazos que seguramente ya son únicos e irrepetibles de este realizador belga que se lanza a filmar con esta obra, en una cuidada coproducción belga francesa-alemana.
Ver este filme será un lujo que sólo podrán darse no solamente quienes concurran a verlo, sino todos los bien nacidos y amados hijos, pero que por circunstancias ajenas a su voluntad o deseos, muchas veces deben vivir situaciones amargas, que como se sabe, son la mayoría de los seres humanos. Los que no han pasado alguna vez por estas situaciones ambivalentes; de extrema felicidad pero también de tristeza y dolor, son marcianos. En suma, un muy buen homenaje a los padres y a los hijos.