Se trata del periodista Gastón Ibarrola, quien confirmó la decisión mediante una carta expuesta públicamente en la que relató lo sucedido. Si bien agradeció el gesto, antepuso la ética y la moral de su trabajo. También criticó lo sucedido con el, por el momento, fallido plan de viviendas del Parque Caraguatá.
El periodista Gastón Ibarrola publicó recientemente una carta en la que expuso una particular situación que le sucedió en estos días: el ofrecimiento de una vivienda en el barrio del movimiento social que dirige Emerenciano Sena.
Cabe destacar, antes que nada, que Ibarrola fue uno de los beneficiados con una casa en el sorteo que se hizo el año pasado para las supuestas construcciones que se iban a llevar a cabo en el Parque Caraguatá. Este año, en cambio, el gobierno provincial confirmó que, por el momento, ese programa quedó suspendido por falta de fondos del gobierno nacional. De esa manera, cientos de familias vieron trunca su ilusión de tener un techo propio.
A raíz de lo anterior, y tras un malestar expuesto públicamente por Ibarrola, Sena ofreció una de las viviendas construidas de manera cooperativa por integrantes del movimiento social, pero el periodista negó el ofrecimiento y explicó que no se condice con la profesionalidad de su trabajo. Aclaró también que ninguna relación lo une con el referente piquetero.
A continuación replicamos la carta que envió Ibarrola a los medios de comunicación:
«Me sorprendió la propuesta manifestada por Emerenciano Sena, la verdad, antes que nada, debo decir que no puedo aceptar tan noble gesto.
Me parece magnífico el barrio, que lleva el nombre de uno de los mas icónicos dirigentes sociales del chaco. Por el diseño de las construcciones, la calidad de los materiales y además tiene una peculiaridad que lo vuelve especial, las viviendas que comprende, lindas, modernas, dignas, fueron levantadas con las manos de sus propietarios, el detalle no es menor. Enorme debe ser la satisfacción de quien con su propio trabajo, (su esfuerzo, el sacrificio cotidiano, renunciando a horas de descanso, de compartir con amigos y familiares) ha sabido levantar esos techos que guardan los valores mas preciados de cualquiera de nosotros, la familia. Mi casa, mis manos, mi techo mi familia, la ecuación mas sensible y cálida que amalgama ladrillos, desvelos y sueños realizados. Para un padre, el esfuerzo vale lo mismo que la sonrisa de un hijo. En ése plano seguro coincidimos, por ver crecer felices a nuestros seres amados, no mezquinamos garra.
Debo contar también que nunca nos conocimos personalmente con Emerenciano, tampoco con su esposa, la señora Marcela Acuña, mas allá eventualmente, de alguna que otra gacetilla de prensa emanada del seno de la organización que dirigen. En otras palabras, no sólo no somos amigos, sino que nunca compartimos nada, ni siquiera de manera casual. No porque yo no quisiera, sino porque simplemente, no se dio. Éste detalle es lo que refuerza mi sorpresa.
La generosa actitud Sena para con mi persona (inmerecida y desmesurada para mí, porque nos soy digno de todo eso) aparentemente se vio generada en la irritante sensación que siento y manifesté de manera personal (no soy quien para hablar en nombre de otros, aunque sospecho que mi sensación se debe replicar en varios corazones, pero aclaro que nadie me eligió y tampoco pedí ser referente alguno de ningún grupo vinculado con el proyecto Caraguatá) como beneficiario titular de éste programa habitacional tan genialmente promocionado durante el año pasado. Por mi trabajo, creo que tengo una posición de privilegio, que tengo que gestionar con pasión, profesionalismo, ética y compromiso social. Por todo ésto, mantuve una responsabilidad armoniosa entre lo personal y lo profesional al tocar el tema al aire en nuestras emisiones diarias.
El sueño de la casa propia, a todas luces parece una frase remanida, tal vez lo sea, pero no es mi culpa, en todo caso habría que pensar en todos los gobiernos que tuvimos y: No supieron, no pudieron o no quisieron solucionar esa necesidad tan vital para todos.
Sin embargo tengo varios motivos personales para no aceptar y mi renuncia es cordial, franca y a la vez emotiva, porque insisto,el ofrecimiento manifestado por Emerenciano Sena en su carta de lectores, publicada por este medio el día 3 del corriente, es de una generosidad desmesurada.
La carga política.
Desarrollar el escenario de aditamentos políticos que rodean al conflicto Caraguatá resultaría tedioso, aburrido y a los ojos de un beneficiario, completamente innecesario. Sin dudas que existen otros tantos motivos ( no menos importantes pero de connotaciones no tan simples de explicar insisto, en la compleja coyuntura económica provincial y obviamente nacional) que se deben observar, aún cuando éstas líneas no vayan a explayarse sobre ellos, tal vez en otra ocasión, no se si por aquí, en una mesa de café o con unos buenos mates pero seguro habrá un momento mas adecuado para cortar hasta el hueso de todo el contexto socio-político que adorna el proyecto Caraguatá, que cuan «EL DORADO» de los incas, existe hoy, aparentemente, sólo en el imaginario colectivo de apenas unas 660 familias. Digo imaginario porque ya son varias las declaraciones de diversos funcionarios, que han intentado con llamativa y torpe tozudez, convencernos que imaginamos habernos anotado, imaginamos toda la propaganda que se realizó, imaginamos el sorteo, la televisación en el canal oficial provincial, el acto notarial y hasta los bolilleros de lotería nacional. También seguramente alucinamos, con que, cuando tras el sorteo, consultamos los resultados, en la página del IPDUV, el sistema nos decía «Usted resultó beneficiario titular de una vivienda tipo …»
¿Habremos imaginado también quien ganó las elecciones provinciales? No lo creo. Lo que sí creo es que a los beneficiarios sólo nos queda exigir nuestro derecho y a los actores políticos… Pues lo que todos esperamos, que trabajen para buscar soluciones.
Nadie reniega del argumento financiero, ante la falta de fondos que sustenten la construcción de nuestro barrio, no puede uno aventurar una solución que a todas luces no tenemos. Mas allá de contar con las condiciones socio económicas que oportunamente nos exigieron. Se sabe, que desde noviembre del año pasado, aproximadamente, el flujo de dinero para la obra pública de golpe se cortó. Pero resultó irritante para la inteligencia, escuchar una ristra de argumentos traídos de los pelos, que pasaron por la lejanía de la locación, el nivel de cota, y lo complejo de instalar los servicios, todas escusas fácilmente refutables. La desesperación por decir algo, orilló lo ridículo, sólo faltó que algún funcionario argumente que no se puede construir allí, porque el pasto está muy alto.
Sin ánimo de alargar demasiado el partido, pienso en aquello de «LA ÚNICA VERDAD ES LA REALIDAD» si es así, en algunos aspectos de la vida lo único que existe es lo tangible (para mi ángulo de Beneficiario Titular) y acá lo tangible es el derecho adquirido e inalienable de que el proyecto Caraguatá se ejecute. Como beneficiario titular no me voy a detener en rencillas internas, o complejos análisis sociológicos sobre la responsabilidad de tal o cual gestión, provincial o nacional, actual o pasada, ningún sujeto político puede pasar por arriba o jugar de distraído, ante un derecho genuino, el de las 660 familias. En realidad sí lo hice, claramente que lo hice, pero no me confundo al cesar lo que es del cesar y a la política la gestión de soluciones.
Yo no quiero ningún regalo de nadie, trabajo mucho, todos los días, para darle una vida mejor a mis hijos y a mis viejos, fueron éstos últimos los que me enseñaron a buscar el camino largo, el mas difícil, el del esfuerzo, que a la larga resulta ser el mas digno y gratificante, cuando el barrio se levante algún día, va ser fantástico pagar mi propia casa. Lo haré con alegría, porque será con esfuerzo propio.
Al final de todo, la fruta no cae muy lejos de árbol, la mayor riqueza que tengo para mis hijos, son mis principios y valores, por esa razón no voy a aceptar donación alguna señor Sena, porque elijo el camino largo, el que me enseñaron mis viejos.
Del trabajo a mi casa… en Caraguatá o donde sea, pero llegaré trabajando.
Como diría Gustavo Ceratti: Señor Emerenciano, a su sorpresiva y noble oferta le digo no. Graciasss Totaless».
Marcelo Gastón Ibarrola.
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