Tras la destitución de Dilma Rousseff varios mandatarios latinoamericanos mostraron su alarma y descontento. Desde el Gobierno argentino señalaron que se «respeta el proceso institucional».
Rafael Correa fue el primero en hacer público su rechazo a la decisión del Senado de Brasil de quitarle de manera definitiva el mandato a Rousseff y utilizó su cuenta de Twitter para subrayar que lo ocurrido fue «una apología del abuso y la traición».
Además de solidarizarse con Rousseff y Lula Da Silva, el Presidente anunció que retirará al embajador ecuatoriano de Brasil. Por su parte, Evo Morales ya había anunciado, el último martes, que en caso de proceder a la destitución de la mandatario su Gobierno también retiraría a su embajador en ese país.
Mientras que desde la Cancillería venezolana se informó que se «ha decidido retirar definitivamente a su Embajador en la República Federativa de Brasil, y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario».