LA INSEGURIDAD ESTA LEJOS DE CONSTITUIR, EN CUALQUIERA DE SUS FORMAS, UN PROBLEMA NUEVO. NO LO ES EN EL PAÍS, NI TAMPOCO LO ES EN LA PROVINCIA, PERO LA CONSTANTE DE CASOS VIOLENTOS, DEL FAMOSO “JUSTICIA POR MANO PROPIA”, NOS HACE PENSAR A LOS CHAQUEÑOS, ¿ESTAMOS PEOR QUE NUNCA?Conceptos como “tumberas”, “a quemarropa” o “motochorros”, han comenzado a formar parte de nuestra cotidianeidad. Porque a no ser que se le pregunte a un chico de muy temprana edad, todos saben del significado de estos términos, todos saben con que están emparentados y lo más triste es que se naturalizaron, se aprendió a vivir con esto. Hace tiempo que la inseguridad ganó la vía publica (en sentido amplio) y como consecuencia ya no se puede caminar tranquilo, sin mirar para atrás o incluso adoptar actitudes que rozan la paranoia. Además, ese mito de que hay zonas donde se es más vulnerable a los delincuentes hoy perdió absolutamente toda vigencia, porque esta demostrado que hoy en día te roban en cualquier parte.
El chaqueño (cualquiera sea su posición social) está lejos de escaparle a esta triste realidad, porque los ladrones, los chorros, los delincuentes, no discriminan. No importa si sos empresario, pibe que sale del colegio, maestros o incluso embarazada. No les interesa, sos vos o ellos, y ellos no dudan. Atrás parece haber quedado eso de «si no te resistís no pasa nada». Hoy te primerea la violencia, y despues, si podes, la contás. Ejemplos sobran y solo recordaré los casos autóctonos; ni hablar de los miles de casos de celulares o motos robados que no se denuncian debido a la resignación que doblega a la ciudadanía. Entre los recordatorios mas llamativos o recientes pueden recordarse el hombre muerto en Avenida Chaco por resistirse a que le roben la moto, el asesinato al prestamista colombiano, el asalto al productor rural de Villa Berthet o el robo de la camioneta de un comerciante para luego prenderla fuego (Castelli), son solo algunos ejemplos de los tantos que han sucedido.
La gente se cansa, se siente desprotegida y por eso ahora aparece el famoso “justicia por mano propia”. El cual está lejos de ser la solución. Sin embargo, ante tanto abandono ciudadano, ante tanta falta de garantías, como no comprender (no digo justificar) a esa persona que dice que “no le importaría ir preso” si matan a un familiar por un maldito celular o una moto.
Nadie parece tener las respuestas. Los encargados de la materia parecen desbordados ante la situación y mientras estos no brinden soluciones, los que salen ganando son los encapuchados. Hoy la vida parece haber perdido valor sobre todo porque a ellos, los chorros, no les interesa cargar con una muerte, no les importa tirar a matar y, para colmo a los que debería importarles, no se les cae una idea. Entonces surgen otras preguntas: ¿hasta cuándo?, ¿cuántas más muertes están esperando para hacer algo en serio?
Basta de promesas, hoy se necesitan soluciones.
*De la redacción