Diego y Daniela no son ricos ni famosos, pero su historia de amor conmovió al país. Ella lucha contra un cáncer. Nada les sobra. Pero contra viento y marea, se casan. La historia llegó a manos de Andy Kusnetzoff, que la contó en su programa “Perros de la calle”, y desató increíbles oleadas de solidaridad.
La historia empieza en dos hojas de cuaderno escritas a lápiz y con letra de imprenta. No tiene fecha.
Abre con dos palabras: «Hola Andy!
Andy es Kusnetzoff, el bastonero del programa «Perros de la calle» (lunes a viernes por la Metro).
La carta tiene 44 líneas.
El autor se presenta:
«Mi nombre es Damián Alejandro, tengo 27 años y soy de Lomas de Zamora. Te quiero contar un poco sobre una pareja de amigos. Ellos son Diego y Daniela. A Dani la conozco de la infancia. Estudiamos juntos y nos reencontramos hace algunos años. Diego es su novio, un tipazo! Ellos están juntos hace 3 años y con el hijo de Dani, Agustín, de 11 años.
Ellos están pasando por una situación delicada. Dani tiene cáncer y la está peleando. Hace dos semanas salió del quirófano y bien, pero fue derivada al Hospital Roffo, un hospital oncológico.
Las cosas parecen complicarse, pero Dani no va a bajar los brazos. Todos los que la amamos estamos con ella. No te dije que Diego tiene 28 años, es medio loco fanático tuyo y escucha la radio siempre. Por consecuencia, a Dani le terminó gustando tu programa y por eso te escribo. Los dos son muy compañeros. Dani estudia enfermería en el hospital de Ezeiza. Le faltan dos años para terminar su carrera (ella tiene 27 años). Va muy bien, se esfuerza y aprueba siempre
Segunda hoja de la carta del amigo de Daniela Segunda hoja de la carta del amigo de Daniela
Acá viene lo que más me gusta. El 14-10, o sea en un poco más de un mes, se casaraaaaan!!!»
En estas 44 líneas hay un hombre y una mujer que se aman, ella está enferma, van a casarse, y muy poco tienen. Según Damián, uno de los hermanos de Dani le regala la torta y algo para la mesa dulce, la madrina les presta un galpón, y él va cantar para ellos.
Hacia el final, Damián dice que «necesitamos mesas para 27 familias, son casi 100 invitados. Tenemos algo de decoración, y a Dani le prestan el vestido, y bueno… ¿nos podrás ayudar en algo?»
Esta vez no fue una inundación, un devastador tornado que arrasó un pueblo, un trágico choque de trenes con decenas de muertos. Esos dolores que parten el corazón y encienden una la chispa: la llama solidaria.
Esta vez fueron (son) un muchacho y una chica que, contra viento y marea, en salud y enfermedad, en la pobreza o en la riqueza, quieren unirse para siempre. Sólo eso. Nada menos que eso…
Pero están casi desnudos. Ella, enferma, un galpón prestado, una torta, una madrina que… Buenas almas algo desnudas también.
Andy Kusnetzoff lee esta carta en su programa de radio. Algún eco espera, sí. Pero no un huracán de amor que no cesa ese día y que sin duda seguirá, seguirá, seguirá…
Teléfonos al rojo. Hola. Hola. Hola. Avalancha en vivo. Daniela dice (voz dulce y algo quebrada), «bien, pero tengo que seguir con el tratamiento». Tiene que volver. Quimio y esas cosas. Lo cuenta sin lágrimas. Es valiente. Ama.
Y entra al aire Mirtha, la primera. Abre los brazos: «Les vamos a dar las mesas y sillas a los muchachos. ¿Todos tienen que sentarse, no?».
La caravana no cesa. Arde. Galopa. Daniela y Diego escuchan. Máximo, de los Larguía, dice «les vamos a regalar todo el catering, de onda, de puro corazón».
Lucrecia, joyera, muy conmovida: «Dani, nos gustaría regalarte las alianzas. Clásicas, de oro, para que las tengan toda la vida».
Juan Villarreal sale a escena: «Te voy a animar la fiesta. Me dedico a eso».
Después, Manuel: «Me conmovieron. Les regalos dos perniles con panes y salsa».
La pequeña fiesta en el galpón prestado empieza a transformarse. Pero no es magia, aunque alguien, en algún lado, debe agitar la varita…
Daniela se estremece y repite gracias, gracias, gracias, estoy muy emocionada, no tengo palabras, gracias, gracias gracias…
Otras voces. Eugenia promete el maquillaje de la novia. Ewi («casi pierdo a mi hija hace dos años, y esto me conmovió mucho») pondrá la música con su talento de DJ: «vas a poder bailar el vals», le dice a Daniela.
El cuerno de la abundancia no se agota. El vestido de la novia. La ropa de gala del novio. Las fotos y el video de la fiesta. El vestido del civil de la novia. Una lujosa ceremonia laica. (Daniela empieza a llorar). Las tarjetas de casamiento. Los souvenirs. Una torta gigante rematada con la consabida parejita. Y las cintas para que tiren las amigas, claro. Y otro entra al micrófono: «Veo que está todo… ¡pero falta la birra! La pongo yo, con choperas y tutti quanti». Sigue el alud: el ramo de novia, dos vestidos a medida, zapatos de ceremonia para los dos, las luces. Y Mauro, un rezagado (entra sobre el final de «Perros…), deja atrás el pequeño galpón prestado por una amiga y abre de par en par las puertas de un salón de fiestas en Palermo para 150 almas. Palermo. Calle Humboldt.
Y Andy kusnetzoff pone el broche de platino: «Yo los caso». Oficiará la ceremonia laica. Lo que Damián, en la carta que encendió tanto fuego en los corazones, le pidió con letra muy chica, casi cayéndose del borde del papel…
Y colorín colorado.
De pronto los dos, estos Romeo y Julieta de carne, hueso, poco dinero, lucha contra una enfermedad que la gente teme nombrar, abriéndose camino porque creen (y prueban) que el amor es más fuerte, que el amor todo lo puede, estaban desnudos, y de pronto el corazón y hasta las lágrimas de una legión los convirtió, para el 13 y el 17 de octubre (civil y ceremonia laica), en dos príncipes.