Este jueves continúa el ciclo de cine relacionado con la violencia que está en nosotros, con la proyección de “Los Nuevos Monstruos” (1977), comedia italiana dirigida por Dino Risi, Mario Monicelli y Ettore Scola.
La función comenzará a las 20.30 hs., en el microcine del Centro Cultural Ercilio Castillo (López y Planes 336), con entrada libre y gratuita.
Se trata de una obra compuesta por 14 episodios distintos realizados por los talentosos y multipremiados directores Ettore Scola, Mario Monicelli y Dino Risi, que fuera presentada con gran suceso mundial como homenaje al famoso guionista Hugo Gerra, colaborador de esos directores y de tantos otros que hicieron trascender la rica filmografía italiana en esas décadas.
Los episodios, hilarantes y de un humor ácido y crítico a la sociedad italiana (y por extensión a todos los seres humanos), cuentan con la participación de grandes actores del género como Ornella Muti, Hugo Tognazzi, Alberto Sordi y el gran Vittorio Gassman, que de nuevo hace de las suyas metido en un hábito muy especial que obliga a reflexionar sobre el alcance legítimo de los valores y reactualiza las dicotomías que sacuden la paz interior de la humanidad e impulsa a sus integrantes a destruirse unos a otros.
La risa, como siempre sucede en los filmes que proyecta el Centro Cultural Ercilio Castillo, no siempre es sinónimo de felicidad, sino –muchas veces- es equivalente a “reír para no llorar” y también a “llorar para seguir mamando”, ante obras de arte que buscan lo mejor de nosotros mismos a través de la crítica –a veces mordaz y despiadada- que en definitiva, como siempre sucede en el arte de verdad, nos estimula a la sana autocrítica y a la superación.
Por otro lado, esta modalidad de los directores italianos de las décadas de 1960-1970 implicaba aunar esfuerzos de producción y dar posibilidades de participación a los jóvenes y talentosos cineastas que estaban surgiendo, al asociarlos a otros con más trayectoria en la profesión. Un ejemplo de sobrevivencia y generosidad que en la Argentina vendría muy bien para rescatar las ganas de filmar de muchos jóvenes y la distribución efectiva de sus creaciones. Algo así como una invitación a dejar de mirarse el ombligo para atender –con atención y auténtica vocación- a su época y su historia. Todo un desafío.
