Un estudio reveló que en Argentina crecen los “NI-NI”: más de 1 millón de jóvenes que “ni estudia, ni trabaja”

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Los llaman los “Ni-Ni”, ya que NI estudian, NI trabajan. Son cifras alarmantes de crecimiento en el porcentaje de los que se resignan y ya ni buscan trabajo, arrojados por un informe elaborado por la consultora Adecco sobre el mercado laboral entre los jóvenes.

«La Argentina fue uno de los motores del crecimiento del desempleo en la región y en el mundo», afirmó Martín Padulla, fundador y director de Staffingamericalatina durante el Simposio «El Talento Joven y las Perspectivas Sobre el Futuro del Trabajo» desarrollado por Adecco. El informe de la empresa de contratación de personal, presentado ayer en un hotel Recoleta arrojó datos alarmantes en lo que respecta al empleo joven.

 

Según ese trabajo, en la Argentina hay más de 1 millón de jóvenes (un 24,6% del total de más de 4,4 millones) que ni estudia ni trabaja de los cuales, además, hay más de 700 mil (un 17,3%) que ni siquiera están buscando insertarse en el mercado laboral, los que podríamos calificar como los Ni-Ni-Ni. Los datos reflejan que el desempleo entre los jóvenes creció hasta ubicarse en un 24%, más de 7 puntos por encima del promedio de la región y casi 11 con respecto al resto del mundo.

 

Asimismo, 6 de cada 10 jóvenes tienen un empleo informal, lo que lo pone en una posición de precariedad. Aún peor: sólo el 10,7% pasa a uno «decente». Al respecto, el secretario de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación, Miguel Ángel Ponte, opinó que «es importante enfocarnos en esto por el impacto que tiene la informalidad en el inicio», y defendió las iniciativas de promoción de empleo joven impulsadas por el Gobierno.

 

«Me preocupa cuando los sindicatos rechazan esas leyes. Esa visión de insiders es dañosa», consideró Daniel Funes de Rioja, presidente de Organización Internacional de Empleadores (OIE) y dirigente de la UIA. En ese sentido aseguró que «los gremios piensan que se abre una ventana al trabajo precario y no es así; aunque, por supuesto, tiene que estar bien hecho». En línea, José Manuel Salazar Xirinachs, director regional de la OIT para América Latina y el Caribe, sostuvo que «si están bien diseñados, estos sistemas funcionan, pero tienen que estar acompañados de un contexto de crecimiento de la economía del país».

 

Más datos del estudio de Adecco señalan que casi 7 de cada 10 jóvenes argentinos no encuentra trabajo por carecer de experiencia laboral y el 52% de los consultados admite no trabajar de lo que estudió. Mientras un 87% afirma haber tenido alguna experiencia laboral, el 76% reconoce haber trabajado de manera informal alguna vez. Los estudios comentados durante el evento muestran que es difícil salir de la informalidad cuando el camino en la vida laboral comienza por allí.

 

«Uno de cada tres jóvenes que se contratan en el país proviene del mercado informal. La Argentina tiene las mejores universidades de América latina, pero tiene las menores tasas de empleo joven en la región. Ese es un tema muy extraño y sobre el que hay mucho trabajo por hacer», remarcó David Herranz, CEO Regional para Latinoamérica y director general de Adecco Argentina.

 

De la presentación del estudio participaron especialistas y representantes de empresas. Entre ellos, Pablo Maison, VP para Latinoamérica de Unilever, expresó que «no hay mejor herramienta para la formación que el empleo registrado, es lo que crea más habilidades profesionales». Mientras que Ponte adhirió que «no se puede bajar el trabajo informal si no se baja la informalidad de la economía».

 

Los disertantes remarcaron con unánime coincidencia que el principal recurso para combatir el desempleo y la informalidad es la educación. Todos señalaron que existe un «divorcio» entre lo que se enseña en las escuelas y el mundo laboral. Como ejemplo marcaron la falta de ingenieros y técnicos en la actualidad. Sólo en la industria del software queda sin cubrirse una demanda anual de 5.000 puestos. Por esto que propusieron que la educación comience a enfocarse desde los últimos años en función de las demandas laborales del futuro. «Está funcionando muy mal el nexo entre lo que hay y lo que se necesita», concluyó Ponte.

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