La decisión se concretará mediante el Programa de Inserción Económica de los Productores Familiares del Norte Argentino (Procanor). La cifra que se invertirá es de 36 millones de dólares. También se incluirá a la población del NOA.
Las acciones se harán efectivas en forma prioritaria en Catamarca, Chaco, Corrientes, Jujuy, Misiones y Salta y beneficiará a 7.100 productores de la agricultura familiar.
En un 67% el programa será financiado con un crédito del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA, agencia especializada de Naciones Unidas), al que se añadirá una donación de 310.000 euros, mientras el gobierno nacional aportará el 32% restante.
Beneficiará a 7.100 productores de la agricultura familiar (organizados en 119 organizaciones que incluyen a 24 pueblos originarios) y se prevé la creación de 900 nuevos puestos de trabajo dentro y fuera de las fincas.
El gobierno nacional aprobó el modelo de contrato de préstamo y donación a celebrarse entre la Argentina y el FIDA mediante el decreto 1112.
El programa promoverá la reducción de la pobreza rural en regiones de mayor rezago «por medio de la mejora de la inserción de la agricultura familiar en cadenas de valor dinámicas y emergentes».
Se alentarán para ello alianzas entre el sector privado agroindustrial y comercial y las organizaciones de la agricultura familiar, y se priorizará el desarrollo de las cadenas de valor de la quínoa; papas y ocas; chía; amaranto; carne de llama; fibra de llamas y vicuñas; yacón (tubérculo de la zona andina); y horticultura.
«Por su carácter emergente, las cadenas priorizadas se caracterizan por imperfecciones de mercado que limitan su desarrollo y una mayor participación de los agricultores familiares», señala la documentación del FIDA a la que tuvo acceso Télam.
Se mencionan, en particular, las carencias en la disponibilidad de informaciones sobre producción, precios y otras variables relevantes; y de financiamiento para producir, acopiar, procesar y comercializar.
Resulta limitada asimismo la oferta de recursos humanos capacitados para prestar asistencia técnica a los productores (especialmente los pequeños); y el acceso a insumos clave (por ejemplo, semillas certificadas) y a paquetes tecnológicos adecuados a la diversidad de ambientes en los que se realiza la producción.
El FIDA destaca las oportunidades para «aprovechar el rápido crecimiento de la demanda de productos característicos en las provincias del norte, que ya son producidos por los pequeños productores».
Algunos de esos cultivos (en particular quínoa y chía) se caracterizan por un crecimiento acelerado de la demanda internacional y se orientan a los mercados externos, aunque también cuentan con un mercado interno en fuerte crecimiento vinculado a la demanda de productos saludables y de la industria farmacéutica.
Otros productos, como las papas andinas, se orientan al consumo interno de sectores de la población de ingresos medios y altos, o a mercados locales en centros turísticos regionales (como la carne de llama).
Entre las metas del Procanor se prevé que 6.400 hogares rurales (el 80% del universo alcanzado) aumenten sus activos, y 5.600 (el 70% de los participantes en las cadenas de valor) eleven sus ingresos en al menos 30% respecto de la línea de base.
A la vez, 2.000 familias se beneficiarán del acceso mejorado a mercados locales; medio millar participará en programas de compras públicas desarrollados por el programa; y 8.000 reducirán sus riesgos ambientales a través de programas piloto de seguros.
El programa contempla que 5.840 hogares aumenten 20% su volumen físico de ventas en las diferentes cadenas en que participan; que 200 jóvenes (la mitad de ellos, mujeres) completen tecnicaturas y cursos cortos sobre temas relevantes para las cadenas de valor priorizadas; y que se instalen diez equipamientos tecnológicos (6 prototipos y 4 laboratorios), adaptados a las necesidades de los productores familiares.