El experimento se realizó al analizar la conducta de unos renacuajos, luego de habérseles aplicado cannabinoides, y los animales tuvieron una mejor reacción a la sensibilidad de la luz o la oscuridad. De todas formas ya habían casos similares en humanos en diferentes puntos del mundo.
Para este estudio, los científicos se basaron en un análisis farmacológico de la Universidad de las Indias Occidentales (Jamaica) realizado en 1990, que afirmaba que unos pescadores de la zona fumaban marihuana antes de ir a pescar por las noches, y denotaban una mejoría en su visión.
Posteriormente, se conoció que pescadores y habitantes de las montañas marroquíes, experimentaban la misma reacción luego de fumar hachís. Y en 2002 se realizó una investigación más a fondo. Se les proporcionó cannabinoide sintético a un voluntario, y hachís a tres más. ¿El resultado? Igual, la visión nocturna mejoró al ingerir cannabis.
El profesor del Instituto Neurológico Montreal de la Universidad McGill, Edward Ruthazer, utilizó renacuajos para el experimento, pues su cuerpo transparente permitía observar más fácilmente las células de los animales y ver cómo se iban desarrollando a medida que pasaba el tiempo.
Al hacer este estudio, descubrió que el receptor cannabinoide CB1R hacía que las células de la retina se volvieran más sensibles a estímulos externos como la luz o la oscuridad.
Los investigadores hallaron que este receptor, disminuía los niveles de cloruro, generando una polarización de las células de los ojos, que al ser estimuladas proporcionaban una mejoría en la visión.
De esta manera demostraron que bajo condiciones normales de luz, todos los renacuajos reaccionaban bien. Pero los que estaban “drogados”, lograban evitar significativamente más puntos u obstáculos que los otros.
Esto significa que –en el caso de los renacuajos- era más fácil detectar objetos tenues en condiciones de poca luz.
Los científicos sugirieron que si ese mismo efecto ocurría en los humanos, era teóricamente probable que el uso de cannabinoides pudiese funcionar para el tratamiento de enfermedades como la rinitis pigmentosa y el glaucoma, las cuales causan ceguera al matar las células en la retina.