Se trata de dos jóvenes correntinos que pasan mucho tiempo con chicos del Hogar “Tía Amanda” y las fiestas navideñas no son la excepción.Luciana Toledo de 30 años, es especialista en Estimulación Temprana, y esta noche será la tercera vez que sume invitados especiales a su mesa navideña. En este caso serán Tatiana y Nahiara, dos hermanitas que residen temporalmente en el Hogar Tía Amanda.
“Empecé hace unos años, cuando escuché por la radio que convocaban a familias que quisieran sumar a un niño de hogar a las fiestas de fin de año. Inmediatamente pensé que no podía porque si bien estoy en concubinato hace bastante, no estoy casada ni tengo hijos. Pero después de una entrevista con una psicóloga y una visita de una asistente social nos dieron el ‘ok’ para que podamos invitar a niños”, explicó.
Luciana y su novio a lo largo del año recibieron a niños de hogares en su casa. “Es una experiencia fuerte, porque vos te encariñas y sabes que en cualquier momento pueden adoptarlo y que, por más que te de tristeza por perder el contacto, eso es lo mejor que le puede pasar al nene. Pero así como es fuerte es muy gratificante porque ves cómo cambian los chicos, como se sueltan, como empiezan a portarse mejor y como te devuelven también ese cariño”, explicó.
Como cualquier decisión que se tome ante cualquier circunstancia, la posibilidad de crítica está latante, sin embargo, esta joven observa que pese a que la propuesta sigue siendo una buena opción. “Muchas veces me cuestionaron si no era peor que los nenes se encariñen con un grupo que no será su familia, pero no lo entiendo así. Creo que siempre estando en el seno de una familia, con un entorno que le preste atención siempre va a ser mejor que estar encerrado. Por más corta que sea la visita, o el tiempo que pases”, comenta. Y agrega: “Porque con esas horas que vos le das cariño y atención, es suficiente para que ellos demuestren un cambio mínimo en su conducta, en su forma de ser”.
“Mi consejo es que se animen. Si sentís que tenés que hacerlo hay que hacerlo sin miedo, y sin esperar el reconocimiento de nadie ni nada a cambio. Con el tiempo la gratificación va a venir sola cuando recibas cariño de alguien chico que, por más que haya recibido poco, lo va a saber devolver el doble”, concluyó la joven.
La historia de Julio
Julio Acosta tiene 31 años, es profesor de Historia y, si bien en estas fiestas participará del programa Familias Recreativas por otros compromisos, cierra un 2016 cargado de recuerdos con niños del hogar Tía Amanda. A lo largo del año no hubo semana en la que no pasara por el lugar a visitar a los niños o a invitarlos a pasar la tarde con su familia.
“No podría contar las veces, porque fueron muchísimas. Prácticamente todos los fines de semana, o unas dos veces por semana seguro”, explicó Julio. Para él, invitar a un niño a tomar un helado o jugar un rato en la plaza no es algo que debería ser considerado una pérdida de tiempo: “Nada cuesta. Sólo al principio tenes que presentar lo que te piden para la autorización, pero una vez aceptado es más fácil. Y a uno nada le cuesta tomarse un tiempo para invitarlos a comer algo, tomar algo o jugar, para ellos es todo, son felices con muy poco”.
“Muchas veces me dicen que tenes que ser muy fuerte para hacer este tipo de cosas. Y yo siempre contesto que los fuertes son los chicos que no tienen ningún tipo de contención, que no tienen individualidad en ese espacio en el que están, en el que comparten todos todo”, señala Julio.
Y frente a la pregunta de por qué lo hace afirma: “De chico la pasé mal y tuve muchas personas buenas que me ayudaron. Para mí, poder ayudar a alguien vulnerable es una forma de agradecer a Dios las cosas buenas que me pasaron, y demostrar a alguien más que a pesar de lo negro que pueda parecer todo hay personas buenas, y que si uno cambia su predisposición las historias pueden mejorar”.
Programa Familias recreativas
Desde el mismo Consejo Provincial de la Niñez, Adolescencia y Familia de Corrientes (COPNAF) reconocen que la institucionalización de niños y adolescentes nunca es sana para la formación psíquica y emocional de cualquier persona. Pero ante la situación de emergencia es la alternativa que emplea la Justicia. Aunque todavía no son suficientes, en los últimos años se han tratado de incorporar mecanismos para reducir los índices de institucionalización, fomentar más la adopción o ampliar los espacios de recreación. Entre ellos está el programa “Familias Recreativas”.
En contacto con diario época, la referente del COPNAF, Patricia Nazer, comentó que el programa “Familias recreativas” fue lanzado como tal a fines del año pasado y consiste en fomentar que los ciudadanos compartan momentos con menores institucionalizados. “En realidad esto inició hace unos años como una iniciativa que proponía que los chicos puedan pasar las fiestas con familias y no en las instituciones. Como se llegaba a entablar un vínculo con esas familias es que propusimos que esta iniciativa de lograr familias del corazón pueda darse a lo largo del año, y así es que se lanzó ‘Familias Recreativas’”, explicó la funcionaria provincial. El programa alcanza a todos los hogares de la provincia y cualquier persona que esté interesada en participar puede hacerlo.
Cómo participar de Familias Recreativas
Las fiestas son sinónimo de encuentro familiar. Quienes deseen colaborar con aquellos niños que no tienen familia pueden hacerlo a través del programa Familias Recreativas.
Desde el Consejo Provincial de la Niñez (COPNAF) informaron que quienes estén interesados en llevar a algún niño institucionalizado a su hogar en el marco del programa Familias Recreativas tanto para Año Nuevo como para cualquier momento del 2017, se deben cumplir algunos requisitos.
Entre ellos, los documentos a presentar para la inscripción son: una fotocopia del Documento Nacional de Identidad, certificado de antecedentes penales expedido por el Registro Nacional de Reincidencia y un certificado de domicilio.
También se solicita algún tipo de certificación que evidencie cuáles son los ingresos económicos recibidos, esto puede hacerse a través de la presentación de recibos de sueldos, facturas de monotributo o alguna certificación que deje en claro que la persona no está incluida en el Registro de Deudores Alimentarios. Además deben acceder a una evaluación social y psicológica como a una capacitación.
Fuente y fotos: Diario Época.