De manera oculta se desliza la última etapa del proceso de extinción de los quebrachales colorado, blanco y, en menor medida, santiagueño. Intensa e implacablemente continúa el ataque contra el monto de quebrachos en El Impenetrable.
Llegó al Centro Mandela un contrato de explotación forestal celebrado entre la señora Juana Inés Mercado, pobladora de Taco Pozo, que es la propietaria del predio rural que vendió el monte de quebracho, y Diego Cristian Zapata, que vive en Villa Berthet y que figura como productor forestal. El contrato fue certificado el 3 de febrero de este año ante el Juzgado de Paz de Fuerte Esperanza. Las firmas de los contratantes figuran en el Folio Nº 156 del Libro de Registros de Firmas de dicho juzgado, a cargo del Juez suplente Antonio María Mercado.
En la cláusula primera del contrato la señora J.I.M vendió a D.C.Z. “toda la madera de quebracho colorado de la masa boscosa de 250 hectáreas (…) de la legua C, lote 28, Zona F, del Departamento Almirante Brown”. Se estableció que dicho campo tiene una superficie total de 250 hectáreas, o sea que la explotación forestal será de punta a punta, probablemente sin que se respete la cláusula que obliga a preservar (reserva) el porcentaje legal que no se puede explotar ni desmontar, lo que sería más grave en este caso porque el predio se encuentra en zona amarilla, según el mapa de zonificación elaborado por el gobierno chaqueño en función de las pautas establecidas por la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos o Ley de Bosque Nativo (26.331).
50 pesos la tonelada de quebracho
En la cláusula segunda las partes se pusieron de acuerdo en materia económica. La vendedora del monte cobra 1500 pesos por camión completo (chasis y acoplado) de madera de quebracho colorado para fabricar tanino y de 3000 pesos cuando puede ser usado en los aserraderos. En buen romance, tomándose en cuenta las toneladas que carga un equipo completo y sin considerar la sobrecarga que es común en la actividad, para uso tánico el explotador paga el irrisorio precio de 50 pesos la tonelada y 100 en los casos en que la madera pueda ser trabajada en los aserraderos. Todo esto se justifica por las reglas del libre mercado; sin embargo, se pierde de vista que está de por medio el interés público dado que los recursos naturales son el patrimonio común de los chaqueños, aunque los gobiernos no protegen el último capital social.
La experiencia marca que el explotador califica el rollo mayoritariamente para producir tanino en las fábricas de las localidades de La Escondida y Puerto Tirol porque es más barato. De esa manera obtienen mayores ganancias y pagan menos al que vende el monte. Los beneficios se multiplican porque usan varias veces la misma guía emitida por la Dirección de Bosques, que no controla absolutamente nada y porque está atravesada por la burocracia, la ineficiencia, el tráfico de influencia y la corrupción. Pocas veces estos fletes clandestinos son detectados por el personal policial apostado las zonas de controles de las rutas más importantes de Chaco.
Desechos forestales que violan la ley
Los explotadores forestales, tal cual ocurre cuando atacan el monte de algarrobo, sacan solamente el fuste (rollo o tronco) del árbol y abandonan los restos forestales (partes de rollos, despuntes y ramas). Muchos cientos de toneladas de quebrachos cortados se encuentran tirados en diferentes lugares del predio intervenido. Sin embargo, a pesar de que abunda trozos de fustes, despuntes y ramas de importantes valores forestales, continúa cortándose quebrachos nuevos. Esto tiene una sencilla explicación; es que a los explotadores forestales solo les interesa ciertas calidades o tipos de rollos, que sean de grandes diámetros para uso tánico o rectos para la carpintería. Apuntan a la tonelada útil, clasificadas para la industria tánica o de la madera. De esta manera generan grandes desperdicios y restos forestales, además de afectar al entorno de árboles de aquel que se abate porque aplasta a las restantes especies cuando se derrumba. Incluso, destruyen otras muchas especies cuando abren filas y picadas para localizar y clasificar los ejemplares que van a tumbar, como también cuando desmontan para contar con el lugar (rodeo) donde acopian los troncos, utilizando tractores-guinches.
Atacan impunemente el monte
Además de esta especie preciosa, tal cual viene señalando el Centro Mandela, también está en vía de extinción el monte de algarrobo. Ambos constituyeron los dos grande pilares de supervivencia y su multiplicación del monte nativo chaqueño. Sin embargo, las políticas públicas desarrolladas por todos los gobiernos de las últimas décadas auspiciaron la explotación irracional de estas dos especies y de otras para la fabricación de tanino, muebles y aberturas. No se dimensionaron las extraordinarias consecuencias negativas que actualmente están a la vista, y que no se han reflejados en los inventarios forestales elaborados en los años 2005 y 2011, que fueron elaborados para ocultar la degradación del monte y para informar resultados erróneos o falsos.
A pesar de los intensos desmontes y de las explotaciones forestales, Chaco sobresale por su escasa o nula actividad de forestación; o sea que en la práctica son muy pocos los propietarios de predios rurales que plantan árboles. Según la Secretaría de Ambiente de la Nación, en el período 2003/2014 se forestaron solamente 935 hectáreas, mientras que se han desmontado o explotado 308.936 hectáreas, en un período más corto (2006/2014). Esta información es lapidaria y pone en evidencia no solo el ataque contra el monte nativo chaqueño, sino las nefastas políticas públicas aplicadas por todos los gobiernos de las últimas décadas.
Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela.