El ataque estaba dirigido contra el padre del menor. La policía identificó al agresor, apodado “Bebi”.
La ciudad de Rosario ya tenía el mote de ser considerada como la “Chicago” de la Argentina por la delincuencia que amedrentaba a la la localidad en los años 30, al igual que lo hacía la mafia liderada por Al Capone en Estados Unidos. En más de 80 años nada parece haber cambiado y el panorama es cada vez más aterrador en Santa Fe, que esta vez lamentó la muerte de un menor de 2 años en un presunto ataque narco.
Santino Relo, la víctima de un tiroteo que estaba destinado a su padre, que quedó gravemente herido junto a otro joven tras ser acribillados por un atacante apodado “Bebi”, según indicó la policía, fue atacado en un supuesto ajuste de cuentas el sábado por la noche.
“Uno es albañil y el otro está en un horno ladrillero. Son gente de trabajo, no se entiende”, explicó un joven del asentamiento donde se produjo la balacera, todavía incrédulo por lo ocurrido anoche: “Vino con otro más a los tiros, pateó la puerta y siguió tirando adentro donde estaba la criatura”, agregó el muchacho.
Entre las versiones que circulan, algunos indican que el ataque se produjo desde un auto en movimiento, mientras que los vecinos del barrio afirman que, tanto el agresor como un cómplice que lo acompañaba, ingresaron a pie por el pasillo de tierra que va desde la calle 1709 al 7800 hasta el centro de la manzana que ocupa una canchita de fútbol. “El Fiat negro vino después y los levantó”, aseguró un hombre que presenció la huida de los criminales pasadas las 20 del sábado.
El menor falleció en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela, cerca de las 21 hs, a causa de los tres disparos que lo impactaron. En tanto José Augusto, su padre de 23 años, fue operado por una bala que le atravesó el craneo y quedó internado con asistencia mecánica respiratoria en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).
Ambos casos forman parte de la lista de 19 asesinatos registrados durante 2017 en el departamento Rosario, donde el indicador de criminalidad había bajado un 20% respecto de 2014, cuando se ubicaba como la ciudad de mayor riesgo del país. Sin embargo, los números no dan tregua y mantienen en vilo a los habitantes que temen por su seguridad.