La leve recuperación del cuarto trimestre confirma que lo peor de la crisis fue superado, pero hay dudas.
Los datos oficiales son terminantes. Según el INDEC en el cuarto trimestre del 2016, la economía creció 0,5 por ciento y sumada a la recuperación del 0,1 por ciento del tercer trimestre queda en claro que el país ya no está en recesión.
Sin embargo, el dato final del año pasado arroja una caída acumulada interanual del 2,3 por ciento, que opacó la leve suba del producto.
Así, el INDEC confirmó que la economía salió de la recesión, ya que acumuló 2 trimestres consecutivos de expansión. Las cifras, si bien están sujetas a futura revisión, son algo mejores que las publicadas algunos días atrás en el (EMAE) y convalidan la mirada de consenso entre los analistas.
Es decir todos estiman que la economía tocó fondo a mediados del año y desde entonces empezó a recuperarse.
Algo similar se desprende de la dinámica en el segmento formal del mercado laboral, que empezó a generar empleo desde mediados de año (aunque la calidad del mismo puede haber bajado debido al incremento en los trabajadores independientes y el empleo doméstico).
DISPAR RECUPERACION
Según estimaciones preliminares del Nowcast (proyección en tiempo real del PBI de la consultora Management & Fit), la economía se estaría expandiendo a un ritmo de 0,6% trimestral (sin estacionalidad). Analizando las series desagregadas, actividades primarias como la pesca y el agro (girasol, trigo) son las que traccionan la recuperación.
Otras, en cambio, comienzan a reanimarse más lentamente, como sucede con la industria automotriz.
De todos modos, más de la mitad de las series utilizadas en nuestras estimaciones ya parecen haber entrado en una fase expansiva, anotando varios meses de crecimiento (sin estacionalidad) en fila.
Resulta paradójico que mientras la economía se reactiva el ánimo social sigue deteriorándose.
Desde una óptica de oferta agregada, se observa una recuperación limitada (por ahora) a muy pocos sectores.
El agropecuario es el que muestra más dinamismo, principalmente debido a las reformas del año pasado (modificación de retenciones, eliminación de ROEs, unificación cambiaria).
Otros sectores que también se vieron beneficiados por cambios regulatorios, como el minero o el energético, recién están empezando a dar señales de mejora.
Lo mismo ocurre con la construcción, que este año promete reactivarse de la mano de la obra pública.
En el otro extremo, la industria y la actividad comercial continúan con problemas. Esto explica la debilidad de la recuperación, que por ahora está apalancada sobre actividades localizadas en el interior (o sea, con poca
visibilidad para un país centrado en la zona metropolitana), poco intensivas en trabajo y que tardan en “derramar” hacia el resto de la economía.
Analizando la economía por el lado del gasto el panorama es bastante claro: el consumo privado tira hacia abajo.
La evolución de los componentes de demanda agregada durante 2016 es muy elocuente.
Las exportaciones reaccionaron rápida y positivamente a los cambios macro ( subieron 3,7% anual), mientras que el gasto público prácticamente no tuvo efecto (subió 0,3%) debido a que la contracción fiscal del primer semestre fue seguida por un relajamiento. Por otro lado, no sólo no hubo lluvia de inversiones, sino que este ítem se redujo 5,5%. Y más relevante aún, el consumo privado cayó 1,4%.
Este componente es clave a corto plazo, ya que equivale al 73% del PBI.
En este sentido, los datos más recientes no son alentadores. Las ventas reales vienen cayendo en supermercados (12% anual en enero), shoppings (11%) y comercios minoristas (4% anual en febrero). Si el consumo no se reactiva, los demás componentes tendrán que “sobrecumplir” (dada su menor participación en el PBI), lo cual luce difícil.