Monseñor Georg Ratzinger, hermano del emérito Benedicto XVI, estuvo a cargo del grupo entre 1964 y 1990. Un informe publicado este martes refleja un número alarmante en torno al escándalo: al menos 67 jóvenes fueron violados y el hecho fue ocultado por la Iglesia
Un nuevo informe afirma que al menos 547 niños del famoso coro católico alemán de Ratisbona, fueron víctimas de abuso, incluyendo violaciones, cometidos entre 1945 e inicios de la década de 1990.
Unos 500 niños del coro Regensburger Domspatzen (los gorriones de la catedral de Ratisbona) sufrieron maltrato físico y 67, agresiones sexuales, incluyendo violaciones, indicó Ulrich Weber, el abogado que la Iglesia colocó al frente de este caso en 2010, según la agencia AFP.
Según trascendió, las cifras superan a aquellas publicadas en enero de 2016 cuando un informe intermedió sostuvo 231 casos de abuso. Como si se tratara de una nimiedad, las autoridades católicas locales sólo reconocieron 72 hechos.
Los informes detallan que los episodios oscilan entre delitos y crímenes, que van de privación de alimentación a la violación, golpes y agresiones sexuales.
Los 49 presuntos abusadores en el informe no serían juzgados. Asimismo, cada uno de las víctimas deberá recibir una indemnización entre 5.000 y 20.000 euros.
Las víctimas describieron su paso por este coro milenario y mundialmente conocido como «una prisión, un infierno y un campo de concentración», «el peor momento de su vida, marcado por el miedo, la violencia y la angustia», declaró Weber.
Parte de esos maltratos habrían tenido lugar cuando el hermano del papa emérito Benedicto XVI, monseñor Georg Ratzinger, dirigía el coro, entre 1964 y 1994.
Monseñor Georg Ratzinger, que actualmente tiene 93 años, aseguró que no tuvo conocimiento de abusos sexuales en el seno de esta institución, fundada en 975.
Según Weber, el hermano del papa emérito estaba al corriente y habría «mirado a otro lado», ya que reinaba una «cultura del silencio» en el seno del coro, donde parecía primar la protección de la institución.
Alexander Probst entró al Regensburger Domspatzen en 1968, cuando cursaba el tercer grado. Durante dos años fue insultado, golpeado y acosado, y cuando ingresó en la escuela secundaria administrada por el coro, un profesor formó un grupo secreto de alumnos a los que les daba cerveza y mostraba pornografía antes de abusarlos sexualmente.
En 2010 Probst se convirtió en uno de los primeros en destapar el escándalo. «Espero que este informe ayude a prevenir que estas cosas no vuelvan a pasar en el futuro», dijo a una revista alemana.
Probst debió soportar presiones de la Iglesia, especialmente del exobispo de Ratisbona, Gerhard Ludwig Müller, que lo acusó de querer dañar la reputación de la institución.
«Ese hombre protegía activamente a los abusadores. Fue humillante y doloroso. Y empeoró cuando fue designado director de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue como poner un zorro a cargo del gallinero», consideró.
Pero la situación pareció cambiar en 2015, cuando un nuevo obispo, Rudolf Voderholzer, fue asignado en Ratisbona con el compromiso de ayudar a las víctimas.
«El obispo Voderholzer me pidió perdón, aunque él no tenía nada que ver. Esa conversación me significó más que las disculpas que hubiera recibido de mi abusador», dijo.
Probst también destacó la labor de Weber. «Sin su neutralidad, no hubiéramos llegado hasta aquí», señaló.