El proyecto de Presupuesto 2018 que el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne presentó el viernes en el Congreso cristaliza la estrategia «gradualista» en el manejo de la política económica. Pero también revela que el Gobierno cuenta con un margen de maniobra muy estrecho, tanto en lo que hace a la reducción de gastos como al aumento de ingresos.
El recorte de 16% previsto en los subsidios a la energía y el transporte no es una opción si el oficialismo pretende ratificar su declarada vocación por la austeridad fiscal. El grueso de los gastos corrientes queda al margen de la poda porque corresponde a salarios y jubilaciones, dos rubros que inevitablemente se ajustarán por encima de la inflación prevista (15,7%) para el año próximo.
El sendero de recorte del déficit fiscal también es elocuente. Del 4,2% del PBI que cerrará este año, prevé lograr una baja de 1 punto porcentual por año hasta llegar a 0,2% en 2021. Y el proyecto deja en claro que esa reducción irá acompañada de un incremento del endeudamiento (que pasará de representar 28,5% del PBI este año hasta 37,2% en 2021) para financiar el desequilibrio.
La misma necesidad de cerrar gradualmente el grifo del gasto público, obliga a proyectar un incremento de la inversión (12%) para sostener la pauta de crecimiento económico del año próximo (3,5%). La expectativa es que será el sector privado y no el Estado el que se encargue de empujar la recuperación.
La proyección de ingresos públicos para 2018 incluye un aumento de 19% con relación a este año. En el mismo lapso, el gasto primario -que no contempla el pago de los intereses de la deuda- crecería 14,8%.
Esto implica que la presión tributaria -que se ubica en niveles récord históricos desde hace varios años- prácticamente no tendrá bajas (apenas 0,3 puntos porcentuales) contra 2017, ubicándose en 24,6% del PBI.
La mentada reforma tributaria que eliminará impuestos distorsivos y atenuará las cargas fiscales sobre el trabajo y la producción no se cristalizaría hasta 2019. Más aún, el polémico impuesto al Cheque no solamente pretende ser prorrogado. También se busca destinar 70% de su recaudación a la ANSES para evitar los regateos habituales con las provincias. La leve baja proyectada en los ingresos tributarios (0,2%) se explica porque este año el Fisco contó con recursos extra provenientes del blanqueo, que no estarán en 2018.
A diferencia de años anteriores, las proyecciones para el año próximo no desnudaron desvíos significativos en las metas fiscales para 2017, que cerrará muy cerca de lo pautado oportunamente. Esto evitó el uso recurrente de los «superpoderes» del jefe de Gabinete para reasignar gastos por decreto.
«No hay que esperar sorpresas con este Presupuesto; sigue por la misma senda de lo que venimos haciendo desde que este gobierno empezó su gestión», advirtió Dujovne. Sus dichos -a la luz de las 310 páginas del mensaje que acompañó el proyecto- no admiten controversia. El gradualismo está más vivo que nunca.
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