Un menor, de un año y medio, fue salvado por penitenciarios federales luego de caerse en un pozo ubicado en el patio de su casa. Mario Rodríguez y Néstor Omar Salto, los héroes.
Los Penitenciarios se enteraron de lo ocurrido cuando una vecina del lugar se acercó a la guardia de la Unidad de Detención y, desesperada, pidió auxilio contando lo ocurrido. De inmediato, los trabajadores fueron al lugar y vieron que un niño se había caído en un pozo con agua de 30 centímetros de diámetro y cinco metros de profundidad.
Se asoman y apenas logran ver cabeza del pequeño que flotaba. “Se estaba ahogando”, contaron los intervinientes de la Unidad Penal.
Para intentar rescatar al niño, uno de ellos intenta alcanzarlo con la mano, pero no lo alcanza por la profundidad del pozo y a la estrechez del mismo. Buscan por todas las formas poder tomarlo de alguna parte del cuerpo pero resulta imposible, hasta que toman el palo de una escoba y tratan de enganchar al pequeño de algunas de sus partes.
Así consiguieron atraparlo y cuando estaban por sacarlo a flote se les resbala y vuelve a caer. En medio de los gritos desesperados de la madre, intentan la misma maniobra, hasta que finalmente logran rescatarlo.
Ni bien lo sacaron, comenzaron con las maniobras de reanimación correspondiente en estos casos, logrando que el bebé reaccione y expulse en tres oportunidades el agua que había tragado mientras permaneció sumergido.
El Mayor Mario Rodríguez y Néstor Omar Salto fueron los rescatistas que salvaron la vida del pequeño. Luego, llegaron al lugar el ayudante principal Rubén Pereyra y el enfermero Ramón Brítez para brindar el apoyo necesario de primeros auxilios, hasta que llegó la Ambulancia del Hospital 4 de Junio y la Policía.
Celeste Chávez, madre del niño, expresó luego de lo sucedido que los Penitenciarios “fueron mis ángeles de la guarda, no tengo forma de agradecerle lo que hicieron”.