El represor, que es juzgado por crímenes cometidos en la ESMA, calificó como «ilegítimo tribunal» a cargo de un «ilegítimo juicio» y pidió que lo juzgue un tribunal militar. Fustigó a Lorenzetti y Zaffaroni. Y habló de una «guerra sin tiempo».
El represor Alfredo Astiz advirtió ayer que «nunca» va a «pedir perdón por defender a la «Patria» y reclamó que lo «juzgue un tribunal militar» si quieren que explique su actuación durante la dictadura, al pronunciar sus últimas palabras en el proceso por los crímenes cometidos en la ESMA.
Astiz aseguró que fue juzgado «tres veces» por el crimen de la joven sueca Dagmar Hagelin y desconoció los delitos por los cuales está acusado, así como aquellos por los que ya fue condenado, al denominarlos «supuestos hechos ocurridos en la Escuela de Mecánica de la Armada».
El represor, quien cumple la pena de prisión perpetua, efectuó una prolongada y errática exposición en la que habló de «terrorismo judicial» y asoció a los hechos que involucran a los mapuches con hechos subversivos, en el marco de «una guerra sin tiempo».
«Me encuentro preparado para recibir una condena», sostuvo el excapitán de la ESMA, quien habló en tercer término ante el Tribunal Oral Federal 5 (TOF5) que lo juzga, al que catalogó como «ilegítimo tribunal» a cargo de un «ilegítimo juicio».
A su vez, reivindicó el principio de «obediencia debida» en las Fuerzas Armadas, a la vez que fustigó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y al exmiembro de ese tribunal Eugenio Zaffaroni.
También recordó al expresidente Juan Domingo Perón quien tras el ataque a una guarnición militar en Azul habló de «aniquilar al terrorismo», que, a su entender «aniquilar significa reducir a la nada».
«Se debe hacer lo que se tiene que hacer», deslizó enigmático quien ya fue condenado por el asesinato de las monjas francesas y por el secuestro y asesinato, entre otros crímenes, del primer grupo de Madres de Plaza de Mayo entre quienes se había infiltrado haciéndose pasar como hermano de un desparecido.
En este juicio oral y público fueron investigados los casos de 789 víctimas de crímenes de lesa humanidad, entre los que se juzga a los pilotos de los llamados «vuelos de la muerte», en los que las víctimas eran arrojadas con vida desde aviones al mar o a las aguas del Río de la Plata.
Por la ESMA se estima pasaron cerca de 5.000 víctimas de la represión.
Inicialmente, eran juzgados 68 acusados, pero durante el juicio se redujo la cantidad de imputados por fallecimiento o agravamiento de su estado de salud.
En su alegato final, lo precedió el también acusado Ricardo Cavallo, quien realizó una defensa «técnica» de los hechos que se le imputan y dijo ser «inocente», al tiempo que aseguró haber llegado a juicio con una «falta de mérito en el caso Hagelin», también ventilado en este proceso.
NA