La Policía y la Justicia investigan una grave denuncia en contra de un pastor y dos colaboradores de un templo evangélico que funcionaba en el barrio Almirante Brown de la provincia de Santiago del Estero. Una mujer los acusa de haber abusado sexualmente de su hija, una joven de 20 años.
Fuentes policiales informaron que el escándalo estalló hace poco más de una semana cuando la madre de la supuesta víctima radicó la denuncia correspondiente en la Seccional 7ª.
La joven se quebró y confesó a su familia que los presuntos depravados se habían apro vechado de ella usando sus influencias como «servidores de la iglesia».
Las fuentes deslizaron que los representantes del Ministerio Público Fiscal dispusieron la detención de tres sospechosos.
La víctima se encuentra con tratamiento psicológico y psiquiátrico. «Primero fue un ministro y luego él, me arruinaron la vida y yo hoy ya no creo en Dios», explicó. Ambos sujetos están imputados.
Desbordada por el trauma que generan los recuerdos en su vida, «María» (nombre ficticio) concurre tres veces por semana a un centro de salud mental para recibir ayuda. La adolescente, según informó el medio local El Liberal, denunció que fue abusada por el pastor de la Iglesia Evangélica en la que se congregaba.
«Nací en esa religión y hoy no creo en Dios, porque nunca estuvo para ayudarme cuando me abusaban; le pedí que me ayudara a salir de ese calvario y nunca sentí que eso pasó. Tuve que madurar y con los años aprender que lo que hacían con mi cuerpo no estaba bien», sostiene la víctima a quien dos sujetos le destruyeron la fe.
«María» por varios años, según la prescripción de los profesionales, debe tomar al menos dos comprimidos por día para no caer en depresión. A pesar de todo, no logra entender por qué le sucedió «eso» a ella.
«Desde que fui niña me enseñaron que Dios nos hablaba a través del pastor y esa era la autoridad máxima, por eso nunca puse resistencia a los abusos», manifestó la víctima.
«Toda mi familia concurría a la iglesia y cuando mi papá falleció ellos fueron nuestro pilar. Nuestra presencia en el templo era más marcada y cada palabra que el pastor nos decía era sagrada. Su voz era la del mismo Dios», explicó la adolescente, mientras su familia la acompañaba y escuchaba una vez más su relato.
Según contó «María», los ultrajes comenzaron cuando tenía 12 años y el primero en someterla fue un ministro de la iglesia a la que concurría en el Bº Almirante Brown. «Él me acompañaba siempre porque me decía que yo estaba mal. Los abrazos eran efusivos y después más alevosos. Me tocaba los pechos, la cola y una vez esa situación fue descubierta por mi hermano menor», agregó.
El peor error
La adolescente continuó diciendo: «No sabía con quién hablar, a quién contarle lo que él -por el ministro de ahora 34 años- hacía conmigo. Un día me llené de fuerzas y lo hablé con el pastor, él ocupaba el lugar de mi padre y por eso confié en él. Cuando le conté me dijo que no me preocupe que él lo arreglaría».
La situación entre el acusado y la joven cambió, ya que el ministro no volvió a acercársele. En ese momento «María» no sabía que el calvario recién iba a empezar. «El pastor comenzó a tener una relación especial con toda mi familia. Estaba siempre pendiente de nosotros y no quería que nada nos faltara, nos decía que debíamos concurrir a la iglesia y no decaer por la tragedia de nuestro padre».
Afianzaron vínculos
La relación entre la adolescente y el pastor acusado se afianzó hasta que comenzaron los manoseos. «Él (por el pastor) siempre se las ingeniaba para que quedemos solos y así empezaron los abusos. Me citaba un pasaje bíblico y me tocaba los pechos, me decía que Dios le ordenaba que eso debía hacer y que yo era la elegida para hacer eso», relató la víctima.
Con el correr del tiempo los abusos se fueron acrecentando. «Desde pequeña me habían inculcado que yo debía dar la vida por un hermano y por el ministerio. Yo tenía la presión de saber que si contaba algo de lo que pasaba iba a arruinar la vida de mis hermanos y no me podía permitir que eso sucediera, entonces tenía que aguantar, ése era el sacrificio que debía hacer», expresó «María».
Cuando los abusos ya no eran solo manoseos, «María» comenzó a enfermarse. «Regresaba a mi casa y lloraba todo el día, sabía que no podía hacer nada para terminar con esa situación, creía que era la obra de Dios», sostuvo quien de inmediato recordó el hecho más aberrante que le tocó vivir. «Me encontraba sola en mi casa y él (por el pastor) me llamó por teléfono, me dijo que me bañe y que lo espere», enfatizó.
Aberrante
Tras unos segundos de silencio, «María» continuó el relato diciendo: «Jamás voy a olvidar que al abrir la puerta me tomó de los brazos, me tiró al sillón y ahí me practicó sexo oral. Me obligaba a que yo le hiciera lo mismo, pero no podía, era una niña y no sabía de eso», remarcó.
Según sostuvo la adolescente, ésa no fue la última vez. «Decidí alejarme de la iglesia y me refugié en mis amigos del colegio. Allí comencé a entender que nada de lo que pasaba era obra de Dios, que no era su deseo que yo viviera ese calvario, entonces no volví más a la iglesia», enfatizó la damnificada.
Detenido un día
Su madre descubrió los abusos cuando la menor explotó en llanto al enterarse de que otra adolescente -quien concurría a la iglesia, con la que no había perdido contacto- estaba siendo víctima del ministro. «Sabía que así comenzaba y que después el pastor haría lo mismo que hizo conmigo, entonces conté toda mi verdad», reveló.
Acompañada por su madre, «María» se presentó en la Comisaría y radicó la denuncia en la policía. La víctima confesó que los ultrajes se extendieron por al menos cinco años.
La fiscalía tomó intervención en el caso y ordenó la detención del pastor, quien quedó apresado, pero al día siguiente recuperó su libertad.
El Liberal.