*Por Mario Vidal: Jorge Taiana, el indigno

Sociedad

El lunes pasado, en la cancha de Racing, Cristina aseguró que Eva Perón la votaría a ella y, Perón, a Jorge Taiana. Hace unos años ella acusó a éste de traidor.

El supuesto traidor que hoy la acompaña en la boleta electoral, guarda historias que merecen ser recordadas.
A mediados de los 60, Jorge Taiana era más conocido por portación de apellido que por otra cosa. Era el hijo de Jorge Alberto Taiana, médico de Perón.

Pero comenzó a tener cartel propio cuando en 1967 cofundó la banda armada Descamisados, la que durante el “proceso de extensión de la guerra”, se acopló a Montoneros.

Quien hoy está como segundo candidato a senador nacional por Buenos Aires de Unidad Ciudadana tenía como compañeros de armas a notorios subversivos como Norberto Armando Habegger, Roberto Cirilo Perdía, Rubén Dardo Cabo, Rodolfo Walsh, Horacio Verbitsky y Horacio Alberto Mendizábal.

Su primera mujer, Graciela Iturraspe, de nombre de guerra “Inés”, también militaba en la organización. Al igual que los demás montoneros, ambos pasaron a la clandestinidad en septiembre de 1974, siendo apresados al año siguiente.
Taiana ya había estado preso en 1972. Fue uno de los liberados por Cámpora en mayo 1973.

Los “D”, como se decían, participaron de varios atentados que dejaron sus correspondientes muertos.

Se les adjudica especialmente las muertes de tres secretarios generales de la CGT: Augusto Timoteo Vandor en 1969, José Alonso en 1970, y José Ignacio Rucci en 1973.

Siete años en la cárcel

No obstante, es dudoso que haya tenido algo que ver con una bomba que estalló en el baño de caballeros del bar Ibérico de Buenos Aires la noche del 4 de julio de 1975, atentado que dejó un saldo de siete heridos y dos muertos.
Un estudiante uruguayo de 26 años llamado Mario Roberto Filippini voló por el aire a causa de la fuerza expansiva, muriendo en el acto.

Otra de las parroquianas, Laura Beatriz Manzano, de 21 años, resultó decapitada.

La bomba tenía como destino a un oficial naval que acostumbraba ocupar una mesa ubicada al lado de la puerta del baño. Justo esa noche faltó a la cita.

El grupo Vanguardia de la Juventud Nacionalista afirmó que hacía ya una semana que Taiana estaba detenido. De haber sido así, no pudo haber participado de ese ataque.

Nunca se supo por qué el gobierno de Isabel Perón ordenó su apresamiento y el de su pareja y los puso a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, PEN.

Taiana dijo que lo torturaron y que su detención fue una violación de “los más elementales derechos humanos”.
Pasó siete años en la cárcel patagónica de Rawson, y fue después uno de los centenares de detenidos políticos que cobraron jugosas indemnizaciones.

“¡Soy yo Cristina, pelotudo!”

Aquel famoso improperio de Cristina a Oscar Parrilli no fue un caso excepcional. Fueron varios los que padecieron sus típicos arrebatos de cólera. Scioli y Alberto Fernández, lo saben.

En una entrevista con Chiche Gelblung admitió que es impulsiva y arrebatada.

Eso siempre estuvo a la vista. Cualquiera que hiciera o dijera algo que no le gustaba despertaba su furia.

Se enojó con el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schauble por decir que “la Argentina no paga las deudas que ella misma contrajo, y por eso está aislada del tráfico internacional de pagos”.

Acusó de provocador al embajador norteamericano Kevin Sullivan por decir que Argentina “tiene que salir pronto del default”.

Imaginó que Barack Obama quería liquidarla. En éste sentido, alertó: “Si me pasa algo, que nadie mire hacia el Oriente, miren hacia el Norte, por favor”.

Ni Jorge Bergoglio se salvó de sus diatribas, cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Pero en éste caso todo cambió cuando el jesuita llegó a Papa. “¿Y qué me dicen de Francisco?. ¿Quién lo hubiera imaginado con la camiseta de la Cámpora?”, enfatizó.

Taiana, el indigno

Un día, el blanco de su furia fue el canciller Jorge Taiana. Su pecado fue recibir a dos periodistas de Clarín.
Tan odiado era éste periódico que Capitanich, rompió públicamente uno de sus ejemplares.
Por recibir a aquellos cronistas, el 18 de junio de 2010 Cristina lo llamó por teléfono.

Lo acusó de traidor, de desleal, y de “hombre de Clarín”.
Taiana no la soportó más y le cortó el teléfono. De inmediato redactó su renuncia “por motivos personales” al cargo de ministro de Relaciones Exteriores.

Nadie digno que haya sido acusado de traidor y desleal vuelve a tener trato con el acusador.
Su dignidad no lo permite.

Sin embargo, como si la acusación de traidor jamás hubiera tenido lugar, Taiana acompaña hoy su acusadora.
Aunque, después de todo, ¿por qué hablar de moral, ética y dignidad en política?.