Crónica de un fin de semana ancestral y contemporáneo

Sociedad

Ancestral y Contemporáneo hizo honor a su propósito: la convivencia cultural de lo originario y el hoy; la fusión proactiva de dos mundos. Aparentemente en las antípodas pero factibles de maridaje.

El arte tiene ese poder (y la artesanía, su pariente íntima); el arte puede unir y sintetizar universos aparentemente encontrados y dar luz nueva. Sucede en la música, en el diseño

Formas y sentidos de lo ancestral y contemporáneo inundaron el Cecual durante tres jornadas de noviembre.

LA PALABRA

La palabra, la expresión de pensamientos, ciertas problemáticas, los deseos, fue propio para abrir el festival. El Foro “Interculturalidad: diálogos y tensiones” reunió la voz de Lecko Zamora, escritor y referente wichi; Teresa Artieda, integrante del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Nacional del Nordeste; Eli Bergallo, escritora, investigadora y consultora en Antropología Social; Juan Chico, escritor y referente qom; Claudio Largo del programa de Pueblos Originarios del Instituto de Cultura; Roxana Amarilla, integrante del Mercado Nacional de Artesanías Tradicionales de la Argentina; y Shailili Zamora del Centro de Documentación No`Chametwet, del Programa de Pueblos Originarios. Moderó Gustavo Insaurralde.

En ese ámbito se habló de la artesanía como una acción en donde se sacraliza el molde del demiurgo; “porque el demiurgo fraguó el modelo original y el artesano tratará de apresar esa copia con eficiencia y belleza. Sólo así será un artesano verdadero”.

 

Allí se definió a la artesana como una cazadora, a una canasta como una mano ahuecada,

y al arte indígena como absolutamente ancestral y contemporáneo (una corrobaración del concepto es la vitalidad de una pieza artesanal).

Quedó convenido: el trabajo del artesano es tallar el espíritu.

Se habló de la educación bilingüe intercultural de ciertos aspectos perfectibles – por caso, el docente de campo que no está capacitado para amalgamar la cultura indígena y criolla-. Se hizo pie en los 16 pueblos hablantes que habitan Argentina; los cuatro que pueblan el Chaco, en la necesidad de “que cada voz sea auténtica y protagonista”.

Se persuadió también de que en lo puro está la mezcla y que la heterogeneidad está en nuestra génesis.

Se habló de la interculturalidad –“entre culturas”- , de sus bondades pero también de la imposición misma del término, del condicionamiento, en términos políticos (“lo intercultural no es folclore, es una relación política de poder”); hubo también autocrítica “hay una interculturalidad muy pasiva donde no criticamos ese estatus quo, y finalmente no se critica nada”..

En el contexto intercultural, se reconoció la necesidad de una “devolución del blanco”; “Queremos la mirada exótica”.

Quedó sobrevolando inquietante una frase: La interculturalidad es una palabra del oprimido”. Se hizo oir la voz de la urgencia: “Tenemos que escucharnos, ampliar un rol dentro de la estructura del Estado”.

LA MÚSICA

Se había dicho en el Foro: “Donde convive lo ancestral y contemporáneo es en la música que tiene un alma, un espíritu. En esa convivencia de sonido hay vida”.

 

Y fue así durante las lunas que tuvieron al canto y la música trayendo de regreso lo originario y lo identitario. Pasaron por el escenario Ema Cuañeri junto a Uli Gómez; Nde Ramírez; Choss Phanté (Lecko Zamora – Chino Niveiro – Lucio Sodja); Pynandi (Norma Avila Talavera, Paraguay); Coro Qom Chelaalapí, La maquinaria y DJ Lagartijeando (Buenos Aires) y Nación Ekeko (Diego Pérez).

 

Valga resaltar un momento de la presentación de la “chamana” wichi Ema Cuañeri quien interpretó una canción que permanece en su familia desde hace generaciones, una canción para curar. Se alzó su voz que se diría, cubrió los cielos de Resistencia; legítima voz ancestral, repitiendo palabras como mantras, su mano extendida y moviéndose de derecha a izquierda. Era la música y era un acto de curación para los presentes.

LA ARTESANÌA

Otro escenario contundente fue la muestra de artesanía, una puesta impecable de la artesanía devenida piezas de museo, en ese otro ámbito cuidado, limpio, atmosférico. Allí el colgante convertido en joya, el vestido transformado en obra de arte; muñecas y animales no exentos de fantasía simbólica, así como piezas utilitarias con rango superlativo.

Ante ese acopio de belleza, vuelven las palabras del foro: “La artesanìa es vital”… Vital y espiritual.

La producción presentada, en gran medida pertenecían a las mesas colaborativas entre artesanas qom y wichi del Impenetrable chaqueño y diseñadores contemporáneos con quien hay un largo camino compartido ( Colectivo de artesanas Chitsaj Tokojchey (comunidad wichi de Misión Nueva Pompeya), Asociación Qomlashepi Otaxanaxaipi (comunidad qom de Fortín Lavalle) y Colectivo de artesanas N´tetaxanaxaqui (comunidad qom de Miraflores).

No faltaron los animalitos de madres cuidadoras de la cultura qom de Amancia Silvestre, los artefactos lumínicos de Arqom de Adrián Prieto Piragine; Milagro T&ejerina de La justa Diseño textil ( Jujuy); Maria del Carmen Toribio maestra artesana de Formosa; Cooperativa Qom Lashepi Alpi de Castelli con los trabajos realizados junto a Cooperativa de diseño ( Bs As) y Avañe´e de Ramiro Nuñez de Corrientes, con remeras rescate de la palabra guaraní.

Lo curioso es que la muestra fue armada con producción del ahora, acopio coyuntural. Y sin embargo eran cuidadas, distinguidas piezas de colección.

 

COROLARIO

Por lo demás, matizando las horas se sucedían taller de alfarería coordinado por alfareras originarias, puestos de artesanía indígenas –que no eximía puestos por ejemplo, de verduras y hortalizas-; cosmovisión y ciencia en el taller de astronomía relacionando a la lluvia de meteoritos; juegos antiguos y contemporáneos como el videojuego Chelh cuya historia se centra en un ámbito originario, mesas de acción colectiva, entre charlas, encuentros, música y celebración.

 

El teórico de Ancestral y Contemporáneo expresa su sentido en que “A través de estas expresiones convocadas se pretende abordar una mirada artística y social de construcción y afirmación de diferencia, discutir los límites del orden simbólico instituido por la cultura legitimadora y poner en jaque la estabilidad de sus códigos; también reconocer la aparición de las industrias culturales como clave para promover el fortalecimiento de otros parámetros de valor y otras funciones de la belleza en su autodeterminación”.

Por último, una imagen perturbadora. La de una artesana que tenía a modo de turbante una impactante pañoleta. Hierática, como una faraona, silenciosa, frente a sus artesanías. Contaba su esposo –criollo, uruguayo: “Desde el día que la conozco, se despierta y se pone su pañuelo… Es una costumbre que se está perdiendo entre los suyos… Ningún día de mi vida la vi sin pañuelo en la cabeza… Y yo le dije que no quiero que nunca cambie, en tal caso, el que debe cambiar soy yo”. Poéticas de Ancestral y Contemporáneo.