Aberrante: Tiene 6 años y fue abusada ferozmente, ahora espera ser derivada al Hospital Garrahan

Policiales

Nico Báez (45) vive con sus hijos en el paraje Cruce Viejo, aproximadamente a 11 kilómetros de Puerto Tirol. A su cuidado quedaron cuatro niños, L. A. B. (4) y N. B. (6), que concurren al jardín de infantes del paraje, L. S. B. (7) quién cursó el segundo grado y G. A. L. (10) que comenzará el cuarto grado. La mamá, Alejandra Soledad Núñez, se fue de la casa hace dos años. Fue abandónica antes de dejar sus hijos. Cobra las asignaciones familiares y no entrega el dinero a su familia. Está vigente una exclusión de hogar contra ella dispuesta por la Justicia de Familia. 

Cuando la mamá vivía con su nueva pareja en la localidad de Las Palmas llevó a sus cuatro hijos sin que Nico Báez pudiera impedirlo. En esa ocasión la niña L.S.B. fue violentamente abusada. Más que abuso, que dice poco, fue una salvaje violación infantil.

Según el papá, luego se supo que un conocido de Alarcón llegó en una moto a la casa durante la noche y convenció a la niña de llevarla a los corsos de Las Palmas, donde estaba su mamá. De esta manera la sacó del hogar y se dirigió a un basural en donde abusó de ella. Nico, aunque no quiere recordar ni reconocer lo ocurrido, señaló que le contaron que su hija “se desangró, que el violador la trajo desvanecida a la casa de su mamá y la tiró allí para que muriera”.

El abuso le cambió totalmente la vida a la nena. Durante mucho tiempo pasaba el día muy nerviosa, con dificultades en la convivencia con sus hermanos. A la noche sufría recurrente pesadillas, que fueron cediendo lentamente. En la última etapa ha mejorado, pero recuerda el hecho y se muestra reticente a las visitas extrañas, según relató su padre. Báez, quién es analfabeto y changarín rural, fue citado por la justicia penal que investiga el caso. Allí le informaron que le presunto abusador fue apresado. No pudo agregar más nada porque desconoce todo lo relacionado con el trámite judicial.

El penoso historial hospitalario

Según la historia clínica del hospital pediátrico Avelino Castellán la niña ingresó al Establecimiento el martes 29 de Agosto del año pasado con “antecedente conocido de abuso sexual infantil y colostomizada”. Fue evaluada en consultorio de cirugía general y se decidió su internación en sala quirúrgica para limpieza colónica, profilaxis antibiótica y posterior cirugía (anorectovaginoplastia).

El jueves siguiente debieron intervenirla quirúrgicamente. Lograron la reconstrucción del recto vaginal y el área perineal de la niña severamente dañados por la violencia que ejerció el abusador. El 05 de Septiembre le dieron el alta hospitalaria por mejoría clínica. A partir de allí una enfermera idónea de la sala de primeros auxilios le brinda cuidados dos veces por día. Higieniza a la niña en la herida (apertura) quirúrgica que le practicaron cuando fue operada y reemplaza la “bolsita” colectora de heces. Las últimas semanas la enfermera no efectuó las curaciones por lo que la propia niña es la que se higieniza. Pese a estar expuesta a infecciones comparte un precario excusado con su familia .

No la derivan al Hospital Garrahan

El paso fundamental pendiente es la derivación de L.S.B. al Hospital Garrahan para que se la evalúe y se le retire la colostomía. Sin embargo, el procedimiento se dilata por cuestiones burocráticas en el Ministerio de Salud de Chaco. Quizás influyan las vacaciones como factor de postergación.

A la niña abusada le practicaron una colostomía. Producto de las lesiones que le provocara el abusador, en la intervención quirúrgica le realizaron una abertura (estoma) en la panza, por debajo del ombligo y a la izquierda, para evacuar materia fecal dado que por el ano no puede eliminar las heces.

Se presume que es temporal la colostomía practicada a L. S. B., hasta que sane su intestino. Si se revierte la colostomía y el intestino comienza a funcionar, debe ser retirado. Esto es lo que se supone que debe ser evaluado y realizado en el hospital Garrahan.

El trajín de la familia Báez

Nico llegó al paraje con su familia paterna cuando tenía 18 años. Se mudaron desde Quitilipi. Pudieron comprar 64 hectáreas con poco monte porque se trataba de un campo para ganadería. Después falleció el papá y la madre donó la tierra a sus nueve hijos. A Nico le correspondió 7 hectáreas, en el que construyó su modesta casa y formó familia.

Tiene cuatro vacas, tres caballos, una yegua, un potrillo, gallinas, pollitos y perros. Salvo los primeros, al igual que la familia todos tenían hambre cuando visitamos el lugar. Cuando llegamos, las gallinas y los pollitos piaban insistentemente y los perritos masticaban huesos viejos. Nico dijo que no tenía comida para los animales. Ni siquiera tenía pan duro para compartir, de modo que fue providencial la llegada de una mujer religiosa con mercaderías.

Báez trabaja como changarín rural. Últimamente carpió espartillos durante tres días en lo de Teodoro Martínez, su vecino, quién tiene un kiosco y cada tanto le vende mercadería al fiado. También sabe tirar y arreglar alambrados y postear. Realiza changas un kilómetro a la redonda de su casa porque hace de papá y de mamá de sus hijos y no puede alejarse más dado que debe cocinar para el almuerzo. A veces cenan torta frita o torta parilla. Cada tanto los visita una asistente social que redacta informes.

El rancho donde viven

El viejo y precario rancho de los Báez cuenta con dos dormitorios. En uno de ellos están los cuatro hermanos. La niña abusada duerme sola en una cama de una plaza. Los tres restantes lo hacen juntos en una cama de dos plazas. La cocina comedor es pequeña y desvencijada. Todo está bastante desordenado porque falta la mujer en el hogar. Cuentan con energía eléctrica y tienen un excusado de uso común, a pesar de que L. S. B. puede contraer infecciones. La situación de pobreza y exclusión es extrema.

A través de una Cooperativa de Trabajo comenzaron a construir una casa para la familia Báez después de que L. S. B. fuera abusada dado que debe vivir en un ámbito lo más higiénico posible y con baño instalado para no contraer infecciones.

La nueva vivienda contaría con dos pequeños dormitorios, un baño y una cocina comedor. Construyeron los cimientos, el contrapiso y catorce hiladas de ladrillo. Comenzaron a trabajar en noviembre del año pasado y pararon antes de Navidad porque contaron que el gobierno dejó de girar fondos a las Cooperativas. Dijeron “no hay plata” y se retiraron de la obra.

*Centro de Estudios e Investigación Mandela.