Una «orden de operaciones» cifrada como «confidencial» por la Armada Argentina ordenó al submarino desaparecido vigilar y controlar buques frigoríficos, pesqueros y de naves que respondan a la gobernación de las Islas Malvinas.
Mucho tiempo ha pasado desde la trágica y misteriosa desaparición del submarino ARA San Juan en aguas del Océanos Atlántico sur el 15 de noviembre de 2017 y recién ahora se ha dado a conocer una «Orden de Operaciones» catalogada como «CONFIDENCIAL» por la Armada Argentina, por medio de la cual el ARA San Juan tenía asignada la misión de «vigilar y controlar» buques frigoríficos, pesqueros y de otras banderas, así como aeronaves que respondan a la gobernación de las Islas Malvinas.
Es la «Orden de Operaciones del Comando de la Fuerza de Submarinos» N°
04/17, fechada el 24 de octubre de 2017, pocos días antes de la desaparición de la
nave submarina argentina.
A través del documento se ordenaba al submarino «obtener reconocimiento preciso» y «localización, identificación, registro fotográfico/fílmico» de aeronaves militares y logística (RAF 130) que responden a la gobernación de las Islas Malvinas y a la Real Fuerza Aérea británica. El escrito precisa que debía recolectar información sobre varios buques, entre ellos el «BP CFL HUNTER», el «HMS CLYDE» y el «FPV PROTEGAT».
Esta misión secreta constaba de diferentes etapas de «adiestramiento» hasta llegar a la etapa final de control de la zona de patrullaje conocida como «Juliana». La zona está determinada por las latitudes y longitudes 46° 00′ S, 61° 30′ W- 46° 00′ S, 59° 34′ W- 47° 50′ S, 60° 24′ W, 47° 50′ S, 62° 20′ W , un área que el Reino Unido considera como propia y de haber detectado al submarino argentino, podrían haberlo interpretado como una invasión.
El documento confidencial establece que durante la misión «primará la seguridad de las unidades submarinas en todo momento» y solicita establecer «rutinas de tránsito y patrulla acordes con el mantenimiento de un elevado estado de alerta, visto el riesgo que implica la navegación cercana a pesqueros».
La semana pasada se reveló que el 9 de julio de 2017, a las 19:48, el ARA San Juan «detectó por audio el rumor sonar de un posible submarino nuclear». El acercamiento de la supuesta nave de guerra del Reino Unido había sido «constatada una hora antes ya que se la tenía por registrador».
Fue por eso mismo que la tripulación que había zarpado de la Base Naval de Mar del Plata el 1° de julio, a las 15:00 hs., recibió la orden de «disminuir los ruidos al máximo» y proceder «a grabarlo».
Esto se mantuvo en secreto, del mismo modo que se hizo con otro documento en que en un «mensaje naval» con el sello de «secreto», limitó la «profundidad operativa» del ARA San Juan a solo «100 metros». Había una razón: a una mayor profundidad «no permite garantizar su estanqueidad».
Posteriormente se supo que el 7 de julio, el ARA San Juan «tuvo contacto con el pesquero (chino) LU RONG YUAN YU 883». Según el reporte de la Armada, el sumergible argentino «investigó» a la embarcación fuera del área económica, pero en sus adyacencias porque «prendía y apagaba su sistema de identificación». Ante esto, «el pesquero comenzó a propulsar a gran velocidad» rumbo la posición del submarino cuando se intentaba realizar un «acercamiento» para identificación del buque asiático. Ese movimiento obligó al capitán a sumergirse y realizar «maniobras evasivas» para evitar una colisión con el barco chino.