El ex presidente de Brasil, Lula da Silva, fue condenado a 12 años y un mes de prisión por hechos de corrupción. Anoche ingresó a la superintendencia de la Policía Federal de Curitiba. Manifestantes protagonizaron disturbios en las inmediaciones del recinto.
La noticia conmocionó a todo el país días atrás, y también a toda Latinoamérica. El ex mandatario genera crispasión, con el apoyo de miles y otros tantos que festejan su condena. Anoche, durante una medida de fuerza para brindar fuerzas a Lula, unas nueve personas quedaron detenidas luego de enfrentamientos con la policía.
Los efectivos tiraron bombas de estruendo y dispararon balas de goma contra la multidud, que trató de defenderse con palos y piedra.
El juez Ernani Mendes Silva Filho prohibió que haya manifestaciones en los alrededores de la sede de la Policía Federal de Curitiba en la que quedó alojado Lula, porque esas protestas «pueden ocasionar trastornos a los vecinos de la región y grave lesión al orden de la seguridad».
Lula se mantuvo atrincherado durante dos días en el sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo y desafió la orden de detención del juez federal Sergio Moro. Tras horas brindar un discurso combativo, el exmandatario dejó la sede sindical y fue arrestado.