Vidal Mario: Desde hace diecisiete años, Argentina siempre estuvo en emergencia

Sociedad

En estos tiempos de dificultades, se escuchan voces y se leen carteles pidiendo “Fuera, Macri”.

Tal vez el actual Presidente merezca algunos de los reproches que se le formulan.

Pero declaraciones como la de Hernán Brienza, uno de los intelectuales emblemas de los K, son firmemente delirantes. Dijo que “la Democracia tiene los días contados”.

Afirmó además, con igual convicción, que “Argentina está muy cerca de la guerra civil”.

Una persona con los sentidos en su debido lugar jamás adheriría a quienes conspiran para desestabilizar a un Presidente, cualquiera sea su nombre y apellido.

Y en éste caso hay un valor más importante que Macri que preservar: la democracia.

Esta Democracia será aún todo lo endeble que se quiera, pero es la única herramienta de tramitación pacífica que tenemos para la solución de los conflictos.

Esta Democracia sigue siendo un hermoso espacio para que quienes se juzguen ofendidos y humillados encuentren canales para la defensa de sus derechos.

Algunos de los que gritan “Fuera Macri” son viejos fantasmas que llevaron al país a tragedias amargas.

Otros son sobrevivientes de un Gobierno que ya fue pero que todavía sangra por la herida porque fueron sacados del poder por un empresario que no tenía gente ni para llenar una sala.

Duhalde y el FMI

Quien fuera dos veces Jefe de Gabinete del Gobierno nacional, Jorge Milton Capitanich, declaró que la decisión de volver a negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) “es el síntoma más virtual del fracaso de Macri”.

Su declaración me recuerda la siguiente información publicada en La Nación el 2 de mayo de 2002:

“El Jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, admitió ayer que el Gobierno no sabe cuándo el Congreso tratará la modificación de la Ley de quiebras y derogación de la ley de subversión económica, dos medidas que exige el Fondo Monetario Internacional para reanudar la negociación económica”.

En esos días Duhalde estaba realmente desesperado. Tenía que ir a España con esas exigencias del FMI satisfechas. Necesitaba llegar a Madrid con las leyes exigidas por el entonces jefe del Gobierno español, Aznar, bajo el brazo.

El 15 de mayo siguiente, con cuatro votos en contra, el Senado sancionó tanto la Ley de quiebras como la derogación de la Ley de subversión económica.

El título de La Nación fue: “Duhalde llega a Europa con una de las leyes pedidas por el FMI. El presidente promulgó la ley de quiebras antes de partir. Euforia en el gobierno”.

Uno de los miembros del gobierno de Duhalde y por lo tanto uno de los eufóricos era el entonces jefe de Gabinete, Capitanich, actualmente intendente de Resistencia.

A todo esto, nadie conoce el millonario contrato firmado en octubre del 2008 entre Capitanich y Macri (hoy tan defenestrado por él) para la explotación de Aerochaco.

Un país en emergencia

El 2 de enero de 2002, Duhalde puso en vigencia una Ley de Emergencia Económica.

La misma se justificaba plenamente por la fuerte crisis social y económica que padecía el país.

Dicha ley venció en diciembre de 2004. Pero el kirchnerismo la renovó una vez tras otra. Anualmente en cinco oportunidades y, por dos años, en dos ocasiones.

La última Ley de Emergencia Económica finalizó el 31 de diciembre de 2015.

Concretamente, desde Duhalde hasta el final del mandato de Cristina Kirchner la Argentina vivió y estuvo en emergencia económica durante 14 años.

El Gobierno anterior hablaba de “década ganada” pero le pedía al Congreso leyes de emergencia económica.

Alguien señaló que era más fácil hablar en marciano que explicar por qué en una década supuestamente ganada se vivía en un marco de emergencia económica.

La explicación que se le encontró a tan contradictoria circunstancia fue que el kirchnerismo había entrado en un laberinto de problemas, y estaba perdido.