Macri decidió por decreto usar las Fuerzas Armadas como aporte a la lucha contra el narcotráfico.
Algunos peronistas han creído ver en su decisión una oculta intencionalidad de usar a los soldados como policías acalladores de protestas sociales.
Diputados kirchnerists presentaron un proyecto para que se derogue el decreto. Simpatizantes del gobierno anterior, agrupaciones izquierdistas, sindicalistas y organismos de derechos humanos repudiaron con una marcha la medida.
Esto lleva a los memoriosos a recordar que uno de los que usaron soldados para silenciar protestas sociales fue alguien que los de la marcha de ayer ni se imaginan: Juan Domingo Perón.
“Doctrina de la Nación en Armas”
Perón era un militar nato. Pensaba, actuaba y se movía como un militar fascista. Hasta su palabra “conducción” era en términos militares. Toda la vida fue un lobo militar.
Convirtió al país en un cuartel donde la única misión que le correspondía al civil era obedecer. Más aún, Perón importó de Alemania e Italia la “Doctrina de la Nación en Armas”.
La implantó en la Argentina en septiembre de 1948, por medio de la inconstitucional Ley 13.234 de Organización de la Nación para Tiempo de Guerra Exterior.
Por esa ley, todo civil era considerado un soldado y podía ser juzgado por tribunales militares. Los jueces quedaron subordinados al Código de Justicia Militar.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación (cuya Biblioteca se llamaba Eva Perón) convalidó dicha ley declarando que “la declaración del estado de guerra, aún en el orden interno, es acto político y privativo de los Poderes políticos”.
Por imperio de aquella nefasta ley, bastaba con que un ciudadano participara de una huelga para que fuera apresado e incorporado e introducido al sistema militar.
Fue lo que ocurrió en 1951, cuando Perón lanzó sus soldados contra los ferroviarios.
“La Nación debe estar preparada”
Perón decía que en tiempos de paz la Argentina debía estar preparada para la guerra.
Sostenía que el país debía estar siempre alerta y con todos sus recursos materiales y humanos bien aceitados para hacer frente a un posible ataque exterior.
Creía que ese ataque podía ser lanzado por Chile, Brasil o los Estados Unidos.
La primera vez que habló de eso fue en una charla que dio en la Universidad Nacional de La Plata, el 10 de junio de 1944. El entonces coronel tituló su disertación “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”.
Allí lanzó su “Doctrina de la Nación en Armas”, años después plasmada en la ley 13.234. Con esa ley, Perón convirtió a los argentinos en potenciales soldados que podían ser “movilizados”.
Las Fuerzas Armadas pasaron a controlar la economía y el desarrollo industrial del país, además de cumplir funciones de represión en casos de conmoción interna.
Sus artículos 27, 28 y 36 sometieron a los civiles al Código de Justicia militar.
Así, en tiempos de “justicia social” la justicia militar mandaba sobre la justicia civil. Fue lo que pasó en ocasión de la huelga ferroviaria de 1951, aplastada por el ejército.
“Movilizados” y fusilados.
El 24 de enero de ese año, Perón amenazó desde la Casa Rosada: “Promulgaré por decreto la movilización de todo el personal que se niegue a concurrir a sus tareas. El que no concurra tendrá que ser procesado, irá a los cuarteles y se lo incorporará bajo el régimen militar, de acuerdo con el Código de Justicia Militar”.
Al día siguiente cumplió con su amenaza. Un decreto suyo dispuso la movilización militar de los ferroviarios, operación que estuvo a cargo del ejército.
Alrededor de dos mil trabajadores fueron detenidos. Tres días después los demás trabajadores regresaron al trabajo.
Perón no imaginaba entonces que su nefasta ley 13.234 obraría después como una trampa mortal para su misma gente. Aramburu y Rojas la utilizaron para fusilar a 32 militares y civiles, en los levantamientos de junio de 1956.