Una de las curiosidades que dejaron por el camino las agitaciones por el aborto fue la contradicción de las fuerzas evangelistas, con sus pastores a la cabeza.
Por un lado salieron a “defender la vida”, que ellos suponen ya está en los embriones. El problema es que dichas personas al mismo tiempo anuncian que pronto Dios matará a toda la humanidad, durante un ataque celestial al que llaman “segunda venida de Jesús”.
Aseguran que dicha matanza, al que también le dan el nombre de fin del mundo, es un “plan de Dios”.
Se les escucha afirmar que “ya estamos al final de los tiempos”, que Jesús comandará dicho exterminio y que no habrá perdón divino para quienes no vayan con aire de arrepentimiento a sus iglesias, por más buenas personas que sean.
En Resistencia, uno de los principales detractores de la legalización del aborto y a la vez vocero del Apocalipsis es el magnate religioso Jorge Ledesma. El mismo asegura que el fin del mundo “será sorpresivo y sin aviso previo”, y que la aparición de Jesús encabezando a sus ángeles ejecutores será “un acontecimiento impresionante que será visto desde cualquier rincón de la tierra”.
Dijo que en esta oportunidad Dios no matará a la humanidad con agua, pero que “la segunda venida del Señor será tan sorpresiva como la llegada del diluvio”.
Según ese pastor, poco importará que una persona sea buena, ni siquiera que no haya hecho daño a alguien. Igual será condenado al infierno y a “una muerte eterna” si no va a un templo evangélico a “pedir perdón a Dios por sus pecados”.
Estos pastores y sus seguidores insisten con la idea de una inminente masacre mundial a manos de Dios. Pero al mismo tiempo, en el colmo de la contradicción, defienden la supuesta “vida” que ya hay en los embriones.
Otra muerte en el camino
Otra curiosidad que dejó el debate popular sobre el aborto fue que en medio de las agitaciones y de las marchas y contramarchas callejeras a favor o en contra del mismo, el aborto clandestino se llevó la vida de otra joven mujer, santiagueña. Ocurrió el pasado sábado 11en el hospital regional de la capital de Santiago del Estero.
Liliana Herrera, 22 años, dos hijos, llegó desde el paraje Las Lomitas, departamento de Loreto, con una infección generalizada tras un aborto clandestino.
“La operaron para sacarle el útero, hizo varios paros cardiorrespiratorios en el medio de la cirugía, pasó a terapia intensiva y murió al poco rato”, informó Cecilia Canevaro, docente de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
No fue el único caso, en esta provincia. A fines de febrero pasado María Campos, de 37 años, madre de cinco nenas y un varón, también llegó de urgencia al mismo hospital tras haber recurrido a un aborto en la clandestinidad.
Pertenecía a una familia pobre y vivía junto con su marido y sus hijos en La Candelaria, un paraje rural de Villa Matoque ubicado en el límite con la provincia de Salta. Ella tampoco logró salir con vida del hospital.
Liliana y María fueron en vida otros dos ejemplos de una realidad que no se puede negar: con ley o sin ley el aborto clandestino existió, existe, y existirá siempre.
El voto de Menem
Otra curiosidad fue el voto en contra del ex presidente y senador Carlos Menem.
Curioso porque Zulema Yoma, quien era su mujer en 1969, se hizo un aborto con su consentimiento.
El propio Menem la llevó hasta la casa de la mujer que practicó el aborto, Francisca Salguero, una supuesta espiritista que había sido echada del hospital por sus abortos clandestinos.
Muchos años después, ya como Presidente, instituyó el “Día del Niño por Nacer”, por lo cual Juan Pablo II lo premió con el Gran Collar de la Orden de Piana.
El santo oficio de oponerse a todo
No fue curiosa sino previsible la firme oposición de la Iglesia Católica, comenzando por el papa Francisco, quien calificó de “asesinos” a quienes respaldan la despenalización.
En realidad, desde su fundación hace 1.693 años la Iglesia siempre practicó el santo oficio de oponerse a todo. A lo largo de su historia se opuso a la libertad de conciencia, de pensamiento y de opinión y sacrificó en las hogueras a quienes llamaba herejes.
Se opuso a la lectura de una gran cantidad de libros escritos por ilustrados autores. Se opuso a que la gente leyera o tuviera en su casa la denominada “palabra de Dios”.
Se opuso a la existencia de la Biblia en el lenguaje de la gente, instituyendo castigos que incluían prisión perpetua para quien la tradujera a la lengua de la gente común.
Se opuso a que la gente practicara otra religión que no fuera la católica, y durante siglos se opuso a la teoría científica de que la tierra gira alrededor del sol.
Se opuso a los movimientos independentistas de las colonias españolas en América.
Dentro de Argentina, se opuso a la ley de enseñanza laica, a que los cementerios y registros civiles pasaran de la órbita de la Iglesia al Estado, a la reforma universitaria de 1919 y a que niños católicos asistieran a escuelas con maestros protestantes.
Más adelante en el tiempo, se opuso a cuestiones tales como la ley de divorcio.
Fiel a su milenaria tradición de oponerse a todo, en estos días también se opuso a la legalización del aborto.
El principio fundamental de la creación, de la vida, de la existencia y de la manifestación del hombre está en la Biblia, pero parece ser que hay gente que no lo ha leído: “Y Dios sopló en la nariz del hombre el ALIENTO DE VIDA y el hombre se transformó en un ALMA VIVIENTE”.
En esta última frase de la ley divina está la clave de todo: el hombre se transforma en alma viviente recién cuando Dios termina de modelar el cuerpo del hombre “con arcilla del suelo” y sopla en su nariz el aliento de vida.