Por Jorge Capitanich
El diseño de la arquitectura política internacional divide el escenario político en virtud de los períodos analizados, la incidencia de la organización económica, el rol del estado y la estrategia geopolítica seguida por las potencias de cada época. Jouvel Hariri admite la incidencia de las guerras, hambrunas e inventos en la historia de la humanidad, al mismo tiempo que Jared analiza la incidencia de los factores derivados de la cercanía, el clima, la geografía y otras cuestiones determinantes.
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, Estados Unidos ha tenido una predominancia decisiva en la difusión de su hegemonía política y militar, considerándose apropiado analizar tres obras claves: los documentos emitidos por la Comisión Trilateral con la decisiva participación de Berzsezwsinsky en el ForeignOnRelations; Henry Kissinger con su libro “Diplomacia” y “Choque de Civilizaciones”, de Saul Huntington.
Sin pretender desmenuzar los textos de una manera rigurosa, lo cierto es que los dos modelos de política exterior predominantes desde el Tratado de Viena en 1815 hasta el Pacto de Yalta en 1945 han sido diferentes. Europa basándose en tres principios: equilibrio de poder, fortalecimiento de la soberanía y sostenimiento del estado-nación. Estados Unidos sobre la base de tres principios: derecho internacional, democracia y libre mercado.
La historia indica que se han suscriptos 356 tratados internacionales iniciándose este cómputo antes del año 1400 hasta la actualidad, observándose la celebración de 191 tratados internacionales de paz hasta el año 1800 y 73 con posterioridad al año 1950 que están basados en acuerdos de paz y cooperación sostenibles y sustentables entre países. El andamiaje de la política internacional se basa principalmente en el Congreso de Viena en 1815, el Congreso de Berlín en 1878, la Conferencia de Berlín, el Tratado de Versalles en 1919, la Conferencia de Yalta (Crimea) en febrero de 1945, la Conferencia de San Francisco que dio origen a la Organización de las Naciones Unidas entre 25 de abril al 26 de junio de 1945 y por último, la Conferencia de Potsdam (cerca de Berlín) entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945.
Cada una de estos Congresos y Conferencias tuvieron objetivos específicos. El Congreso de Viena realizado en la capital austríaca tuvo como objetivo restablecer las fronteras de Europa tras la derrota de Napoleón Bonaparte y reorganizar las ideologías políticas del Antiguo Régimen en virtud del impacto de la Revolución francesa, las guerras revolucionarias francesas y las guerras napoleónicas luego de su irrupción en 1799 con su resurgimiento tras el confinamiento en la Isla de Elba hasta su definitivo destierro.
Grandes principios
Los dos grandes principios fueron: principio monárquico de legitimidad y principio de equilibrio de poder. Los reyes europeos actuaban como garantes personales a través de acuerdos bilaterales con tres personajes centrales de la época: el príncipe Klemens von Metternich (Ministro de Relaciones Exteriores de Austria), el Vizconde de Castlereagh y el Zar Alejandro I de Rusia quienes impulsaron la restauración inmediata de los gobiernos absolutistas y un firme conservadurismo político. La aparición de Talleyrand en representación de Luis XVIII de Francia y de Pedro Gómez Labrador representando a Fernando VII promovieron ciertas intrigas entre las potencias por la natural desconfianza entre los actores participantes.
En 1815 son 16 los estados independientes. Francia vuelve a sus fronteras originales de 1792, los Estados Pontificios recuperan sus fronteras restablecidas en 1776, Portugal y España recuperan sus respectivas dinastías ganando Rusia gran parte del territorio polaco, el Ducado de Finlandia y la región de Besarabia.
Nuestro país no había declarado la independencia aún y el proceso de reconocimiento por las potencias de la época se hizo esperar. El primer reconocimiento de nuestra independencia se debe al soberano de las Islas de Hawai, el rey KamechaMeha I (considerado el Napoleón de Polinesia) mediante un tratado hecho con Hipólito Bouchard (marino francés) el 9 de julio de 1817.
Nuestra hermana república de Chile reconoció nuestra independencia en 1819 por la intercesión de San Martín entre ambos directores supremos de su confianza. El reino de Portugal reconoce en 1821 por acción de Juan VI. Posteriormente, Estados Unidos el 8 de marzo de 1822 y George Canning fue decisivo para instrumentar el reconocimiento el 15 de diciembre de 1825.
La estabilidad política enancada en el artículo 4° del Pacto Federal posibilitó a Juan Manuel de Rosas defender la soberanía territorial y ejercer liderazgo con las potencias extranjeras para suscribir acuerdos y reconocimientos desde el reino de Piamonte-Cerdeña (1837), pasando por el reino de Dinamarca en 1841, el reino de Suecia en 1846 y ciertas ciudades libres alemanas. España recién lo hizo a partir del 22 de junio de 1860 por iniciativa de Isabel II que fue ratificada el 21/9/1863 con Juan Bautista Alberdi como artífice del acuerdo en su carácter de Embajador Plenipotenciario.
El Congreso de Berlín de 1878 se realizó con el objeto de revisar el Tratado de San Stefano por la disconformidad del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y el Imperio astrohúngaro con la participación de 11 potencias de la época como el imperio alemán en su carácter de anfitrión, el imperio otomano, el imperio ruso y los principados de Serbia, Montenegro, Valaquia y Moldavia junto a los reinos de Grecia e Italia además de la Tercera República Francesa. Este Congreso modifica las duras condiciones impuestas por la victoria de Rusia y sus aliados (Rumania, Serbia y Montenegro) a través del Tratado de San Stefano y la creación de la gran Bulgaria junto a la inmediata independencia de los Estados cristianos (ortodoxos).
El Congreso de Berlín sentó las bases de la primera guerra mundial mediante la creación de una fragmentación de estados surgidos por injerencia de la diplomacia europea, principalmente británica para frenar la influencia rusa y griega y profundizar la dependencia del imperio otomano de las potencias occidentales. El debate era independencia progresiva o inmediata y fragmentación política a través de vínculos diplomáticos y dinásticos con las potencias europeas, a menudo opuestos.
El Tratado de Versalles fue suscripto por más de 50 países el 28 de junio de 1919 para poner fin a la primera guerra mundial entre la Alemania del Segundo Reich y los aliados, cinco años después del atentado de Sarajevo en donde fue asesinado el archiduque Francisco Fernando. El Tratado entró en vigor el 10 de enero de 1920. Mediante este tratado, Alemania y sus aliados aceptaban la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra, y debían hacer concesiones territoriales (su territorio se redujo en casi 80000 kilómetros cuadrados), desarmarse y pagar indemnizaciones a loso estados vencedores.
Finalmente, Alemania pagó las reparaciones de guerra en 1983 y los gastos finales incluyendo intereses el 3 de octubre de 2010 cuya condición sine qua non era la reunificación.
El tratado incluía además de cláusulas militares, también morales, políticas, laborales y económicas. Obviamente, las consecuencias del Tratado de Versalles se pagaron de inmediato en la segunda guerra mundial, y con posterioridad a ésta se conformó la Organización de las Naciones Unidas a través de la Conferencia de San Francisco con la participación de delegados de 50 naciones aliadas que tuvo lugar en la ciudad homónima de Estados Unidos entre el 25 de abril de 1945 y el 26 de junio de 1945. Previamente la Conferencia de Yalta del 4 al 11 de febrero del mismo año había acordado declarar a Europa liberada del estado de guerra con el objeto de garantizar elecciones democráticas en los territorios liberados, promover la conferencia de San Francisco para organizar las Naciones Unidas y concebir la idea de un Consejo de Seguridad, aceptar los escaños independientes de Bielorrusia y Ucrania sin estrategias resolutivas respecto a problemas de frontera principalmente en los Balcanes.
Yalta (Crimea) marcó un sendero respecto a desarme, desmilitarización y partición de Alemania conjuntamente con las indemnizaciones de guerra. Con la rendición incondicional de Alemania el 8 de mayo de 1945 se produce la conferencia de Potsdam entre el 17 de julio y 2 de agosto del mismo año, con posterioridad a la creación de Naciones Unidas y con la participación de la Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido.
Postdam significó la devolución de los territorios europeos anexados por la Alemania Nazi desde 1938 conjuntamente con la separación de Austria y la división en cuatro zonas de ocupación. La persecución de los criminales de guerra nazis, la exigencia de rendición incondicional a Japón, el acuerdo para reconstrucción con las indemnizaciones correspondientes y la oposición del ingreso de España a la ONU.
Estos acuerdos marcarían al mismo tiempo el inicio de la guerra fría y una compleja trama de condiciones para sostener una estrategia bipolar entre un sistema capitalista liderado por Estados Unidos y Europa y un sistema comunista liderado por la Unión Soviética, tendencia que se interrumpe con la caída del muro de Berlín en 1989 con una hegemonía unipolar desde el punto de vista político, militar, económico, tecnológico y financiero por parte de Estados Unidos.
Sólida hegemonía de EEUU
Hoy, el escenario político marca una sólida hegemonía de Estados Unidos mediante la consolidación del poder militar, económico, financiero, tecnológico con el agregado de un poder energético derivado de su autoabastecimiento y posterior capacidad exportadora mediante los descubrimientos de gas y petróleo no convencional.
El poder militar de Estados Unidos se basa en 792 bases militares en el mundo (estimaciones sobre la base de distintas fuentes), el mayor presupuesto de defensa del mundo (estimación de 686.000 M de dólares para el presente ejercicio fiscal) y equilibrio en la posesión de ojivas nucleares con Rusia.
La imposición de agenda unilateral de la principal potencia del mundo tiene que ver con el financiamiento de la OTAN, el acuerdo con Rusia para la fijación del precio del petróleo con el objeto de corregir su desequilibrio del sector externo y una perspectiva cierta de desnuclearización de Corea del Norte a los efectos de garantizar un juego a tres bandas con sus verdaderos enemigos estratégicos (China y Rusia).
Corea del Norte no puede desarrollar un arsenal nuclear sin la ayuda de China, sin su protección regional y sin su gravitación geopolítica, de manera que en el juego de ajedrez de la política internacional las dos principales potencias (Estados Unidos y China) acuerdan estrategias militares, zonas de ocupación y modelos de dominación regional. Rusia hace valer su potencial nuclear pero su capacidad económica es limitada. Es el país más extenso del mundo con 17 M de km2, con 147 M de habitantes y con un PIB cercano a 3 B de dólares, seis veces más reducido que la principal potencia.
China es la segunda potencia económica del planeta, posee casi 1400 M de habitantes y una superficie similar a Canadá y Estados Unidos con un ingreso per cápita sustancialmente bajo respecto a las principales potencias del mundo.
Ganadores y perdedores
La geopolítica define y definirá el juego de ganadores y perdedores de la próxima centuria, y las precondiciones serán las siguientes:
1- Estabilidad política: la democracia constituye una exigencia del mundo occidental como sistema de gobierno, pero la hegemonía corporativa de dominación del estado por parte de grupos económicos poderosos trasnacionales y locales definen roles diferentes en cada país. Xi Jimping tiene reelección indefinida, Putin perdura con 20 años de hegemonía política, Trump intenta sostener un cambio de paradigma en el ejercicio de poder y en los países europeos los líderes perduran con complejas alianzas pero bajo una marcada hegemonía neoliberal.
2- Estabilidad económica: las reglas fiscales, monetarias, cambiarias, de inversión y de movilidad del flujo de capitales indican la necesidad de articular un modelo sustentable de largo plazo para no perder la visión de largo plazo de inserción internacional de los países.
3- Estabilidad social: la corrección de asimetrías sociales y de distribución del ingreso determinan las condiciones objetivas de gobernabilidad y de alteración de los parámetros de estabilidad del sistema económico y político.
Cuarta revolución industrial
En un futuro próximo, es preciso observar un cambio de paradigma en los procesos productivos asistiendo a lo que se denomina “cuarta revolución industrial” con epicentro en Estados Unidos respecto a internet de las cosas, inteligencia artificial y robótica.
La diferencia cualitativa de las tres anteriores tienen que ver con la expansión focalizada y ascendente sin dispersión equivalente al resto del mundo protagonizando escenarios de mayor inequidad estratégica de recursos. Estados Unidos domina vía Wall Street el mercado financiero mundial, cuatro de los 10 bancos más importantes del planeta tienen su origen y el resto su incidencia.
La tecnología avanza de una manera extraordinaria en su desarrollo con los factores de dominio transversal siendo que la disputa con China lo relega a compartir ciertas posiciones estratégicas pero no determinantes. Concentrar poder militar, político, económico, tecnológico y energético constituye un tema de análisis esencial para observar las limitaciones de los avances y las perspectivas de inserción de nuestro país.
Reaseguro estratégico
La producción de alimentos es nuestro reaseguro estratégico, al mismo tiempo que la posesión de recursos mineros, energéticos, posesión de agua dulce y limitaciones de conflictos étnicos, religiosos y/o sociales. Tenemos que hacer un gran esfuerzo por construir un modelo de mayor consenso relativo que tenga una perspectiva cierta de inserción internacional destinada a construir un sendero adecuado para nuestro crecimiento, porque de nuevo, la geopolítica define los ganadores y perdedores.