Tras una actuación brillante de la delegación argentina, Buenos Aires 2018 llegó a su fin 

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El cierre de estos III Juegos Olímpicos de la Juventud – Buenos Aires 2018 fue inolvidable. Como también lo fueron la ceremonia de apertura y las doce jornadas en la que los deportistas se convirtieron en protagonistas excluyentes. Aunque también hay que destacar el éxito impresionante en convocatoria, ya que más de un millón de personas presenciaron las competencias, dándole a éstas el marco que se merecían.

Mientras en el Parque Olímpico un mundo de gente disfrutaba las canciones de Soledad Pastorutti, para luego ver desde allí la ceremonia de clausura en pantallas gigantes, en el centro de la Villa Olímpica los deportistas se iban congregando para vivir la fiesta de cierre.

La ceremonia en sí se inició con una cuenta regresiva realizada por los atletas, acompañada por coreografías realizadas por un atleta de cada país, que contó un número en su lengua nativa en sintonía con los gráficos proyectados en pantalla. La música de malambo fue creciendo hasta llegar a cero para que los fuegos artificiales iluminen el cielo del Sur porteño.

Los maestros de ceremonia, Mariano Magnífico y Delfina Braun, anunciaron la bienvenida a la fiesta de cierre en tres idiomas (español, inglés y francés). Y unos veinte artistas se reunieron en torno al escenario para ofrecer un mosaico circense multidisciplinario de gran despliegue visual: característicos equilibrios en esferas y zancos, objetos de malabares, ruedas, monociclos, cintas, bolas de cristal, bastones.

Magnífico y Braun presentaron al presidente del Comité Olímpico Internacional, el abogado y ex esgrimista alemán Thomas Bach, entre los atletas e invitados. Casi de inmediato, Soema Montenegro entonó el Himno Nacional mientras ocho cadetes navales izaban la bandera celeste y blanca.

Luego se proyectó un video, en distintas pantallas gigantes, que destacó las experiencias de los atletas, el espíritu olímpico, el compañerismo, la solidaridad, la convivencia, la amistad y la confianza logradas por una competencia saludable, resaltando permanentemente la igualdad de género. Las luces se redireccionaron hacia los atletas, pidiéndoles un fuerte aplauso para ellos mismos.

Los abanderados aparecieron sobre el escenario con las insignias de cada país, respetando la tradición de que sea Grecia quien abriera el desfile y el anfitrión, en este caso Argentina, quien lo cerrara (la remera María Sol Ordaz llevó la celeste y blanca). Todo el desfile fue acompañado por una banda en vivo tocando sobre el escenario principal.

Un momento muy emotivo se vivió cuando un video resalta el trabajo de los más de 10.000 voluntarios que participaron de estos Juegos, poniendo énfasis en la interacción que tuvieron con atletas y oficiales, y en que sin los voluntarios sería casi imposible organizar un evento de estas características. Seis deportistas le entregaron un presente a seis voluntarios: Sada Nahimar, la tenista de Burundi, a Guido Iannacone; la nadadora neozelandesa Gina Galloway, a Pablo Etchart; la escaladora austríaca Laura Lammer, a Nele Machado Da Silva; el luchador estadounidense Robert Howard, a Laura Cantón; la jugadora de bádminton singapurense Jaslyn Hooi, a Luz Pisani y la golfista argentina Ela Anacona, a Malena Taube.

A continuación, dos atletas argentinos, Gisella Bonomi (beach handball) y Richard Kierkegaard (ecuestre), en español (con traducción al inglés y al francés en todas las pantallas) realizaron el compromiso en nombre de todos los atletas que participaron de estos Juegos, con el mensaje de “prometemos ser la mejor versión de nosotros mismos y promover el verdadero espíritu deportivo dentro y fuera de la cancha. Al igual que los anillos olímpicos significan unidad, juramos inspirar inclusión a través del lenguaje universal del deporte. Somos game changers, viví el futuro, ¡el futuro es hoy!”.

En el último tramo de la ceremonia, Melina Moguilevsky entonó el Himno Olímpico, mientras la bandera del COI era arriada del pabellón por ocho cadetes navales y luego llevada por cuatro deportistas argentinos (la nadadora Delfina Pignatiello, el tenista Facundo Díaz Acosta, el basquetbolista Fausto Ruesga y la jugadora de beach handball Caterina Benedetti) le entregaron la bandera al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien a su vez se la pasó a Thomas Bach y éste hizo el pase de manos a cuatro deportistas de Senegal, ya que Dakar será la próxima sede de los Juegos en 2022): el atleta Maty Diop, la nadadora Ramatoulaye Kamara, la esgrimista Moustapha Coly y el nadador Amadou Ndiaye.

Se proyectó en video de Dakar, sonó el Himno Nacional de Senegal y cadetes de la Prefectura Naval Argentina izaron la bandera senegalesa, antes de que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Dakar, Soham El Wardini, pronunciara unas palabras.

Finalmente, el alemán Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional y ex campeón olímpico de esgrima en 1976; Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino y del Comité Organizador de los III Juegos Olímpicos de la Juventud; la jugadora de hockey argentina Victoria Miranda, el nadador senegalés Amadou NDiaye y la voluntaria Malena Taube tuvieron un breve diálogo a modo de entrevista por parte de los atletas y la voluntaria a los dirigentes. Bach invitó a todos a brindar un aplauso por el recibimiento que tuvieron los atletas y los oficiales en Argentina, y fue muy optimista en su visión de los próximos Juegos, mientras que Werthein agradeció a atletas, voluntarios y les dijo a los deportistas de los distintos países que “Argentina los ama”. Por último, Bach declaró cerrados los Juegos.

Inmediatamente se proyectaron imágenes con referencias geográficas de Argentina, que culminó con una niña y un niño soplando imaginariamente al pebetero desde el escenario, indicando que el fuego olímpico de la juventud sea apagaría hasta dentro de cuatro años. Mientras los fuegos artificiales volvían a iluminar el cielo, en las pantallas se leía la palabra “Adiós” en siete idiomas. Así terminaron los Juegos. Unos Juegos que recordaremos de por vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente y foto: COA