Diseñaron un nuevo prototipo de vacuna contra el parásito causante e la enfermedad de chagas. Aunque los resultados de las pruebas experimentales fueron buenos, restan numerosas fases para finalizar su elaboración.
“El prototipo de vacuna sobre la que trabajamos es de tipo oral y utiliza una bacteria no patógena apta para el consumo humano, Lactococcus lactis, que se encuentra y se utiliza en la producción de quesos y otros derivados lácteos. Además, el prototipo de la vacuna es un modelo de estudio genético y biotecnológico que permite la producción de distintos biofármacos, como hormonas, interferón o antígenos. En este momento muchas vacunas de este estilo se encuentran en etapa de diseño y experimentación y se espera la aprobación de algunas de ellas para los próximos años”, explicó Christian Magni, investigador principal del CONICET en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR).
El investigador explica que una vacuna a subunidades está compuesta por un antígeno, que es el responsable de despertar la respuesta inmune del organismo y un adyuvante, cuya función es optimizarla. El prototipo diseñado se basa en la expresión por la bacteria L. Lactis de un fragmento de una proteína antigénica de Trypanosoma cruzi.
“Uno de los adyuvantes más utilizados en la producción de vacunas es el aluminio, sin embargo, nosotros utilizamos uno específico de mucosas que se encuentra en fase de experimentación, denominado AMP-di-cíclico. Este compuesto actúa normalmente como un segundo mensajero en L. lactis, por lo que en nuestro prototipo se logró incrementar los niveles de este compuesto a partir de la sobreexpresión de la enzima responsable de su síntesis”, señala Magni.
El prototipo fue inicialmente evaluado en un sistema desdoblado, utilizando dos cepas de L. lactis: una capaz de producir el antígeno y otra del adyuvante. Posteriormente se construyó un sistema que reúne ambos componentes en un solo microorganismo. De esta forma, la vacuna experimental consistió en una bacteria L. lactis que expresa el antígeno de Tripanosoma cruzi, complementada por la producción de un adyuvante, la cual mostró tener buena capacidad inmunizante.
“Desde el punto de vista inmunológico la originalidad de este trabajo consiste en que a través de un sistema de delivery se puede transportar el antígeno y el adyuvante, que es lo que optimiza la respuesta inmune, en una sola bacteria”, indica Ana Rosa Pérez, investigadora independiente del Consejo en el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (IDICER, CONICET-UNR).
Para saber si la vacuna generaba inmunidad, los investigadores administraron por vía oral a animales de experimentación las bacterias L. lactis que expresaban el antígeno y producían el adyuvante, y posteriormente realizaron distintas pruebas para comprobar si se había producido memoria inmunológica contra el antígeno del parásito. Los resultados encontrados fueron muy alentadores, ya que la vacuna produjo una buena respuesta celular y de anticuerpos.
“Hace años que se trabaja en vacunas para Chagas y todos los modelos y prototipos que se han probado producen buenos niveles de protección en animales de experimentación, pero no generan inmunidad esterilizante, es decir, la eliminación total del parásito. Quizás no debamos aspirar a eso, ya que, por ejemplo, la vacuna contra la malaria que está próxima a ser aceptada no genera inmunidad esterilizante, pero disminuye la cantidad de enfermos”, reflexiona Pérez.
El grupo actualmente está trabajando en dos frentes que abren futuros saberes: seguir profundizando su investigación en torno a la respuesta inmune protectora que genera su vacuna experimental y, por otro lado, evaluar el sistema de delivery que combine antígeno/adyuvante contra otros patógenos.
Fuente y foto: Revista El Federal