Se trata de Rubén Horacio Gómez, quien combatió en el conflicto bélico de 1982 y en las últimas horas dejó de ser «soldado argentino solo conocido por dios». Su familia recibió la noticia por parte del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj.
«No le importó saber que el enemigo avanzaba. Que los ingleses estaban cada vez más cerca. Que los disparos de morteros sacudían la turba de las islas Malvinas. Se divisaba a lo lejos un movimiento de hombres entre las rocas y la niebla. El subteniente Ernesto Peluffo entonces dio la orden: Adelántense para verificar si son tropas propias o enemigas´», difundió Infobae.
Rubén Horacio Gómez, con sus 18 años y tan lejos de su Chaco natal, no dudó. Junto al cabo Luis Miño dejaron atrás a sus compañeros del Regimiento 12 de Infantería, apostado en Darwin-Pradera del Ganso, para poder dar la voz de alerta de la presencia enemiga.
Hoy José Alberto Gómez, uno de sus 9 hermanos, junto a su esposa Agueda Maciel, sus hijos Natalia, Maira y José Ramón- recibieron la noticia que tanto habían esperado: Rubén Horacio Gómez, que durante 36 años había yacido bajo una placa que rezaba Soldado Argentino Solo Conocido por Dios, finalmente había recuperado su identidad.
El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, junto con miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense y del Centro Ulloa, les informó hoy en Resistencia que su hermano yace en la tumba D.A.4.16 del cementerio de Darwin. La placa de granito negra bajo la cruz, finalmente tendrá su nombre.
Rubén Gómez tenía tantos sueños como carencias. De una familia muy humilde, su mamá Elvira Amarilla murió cuando él apenas tenía 9 años. «Hay que salir a juntar si queremos comer», les dijo su padre Juan Gómez con resignación, viudo a cargo de 10 hijos, y con la certeza de que ya nada sería igual en la familia.
Había cursado la primaria en la Escuela 454, que hoy lleva su nombre. Antes de terminar séptimo grado ya repartía diarios con su hermano José, y había comenzado a trabajar en la desmotadora de algodón «Voloj hermanos» para poder llevar un poco de pan a la mesa familiar.
Pocos días antes de partir hacia la guerra Rubén salió del cuartel y pasó por su humilde casa familiar para despedirse. «Cuando vuelva me caso», les dijo a sus hermanos con una sonrisa y la certeza de que luego de cumplir con la Patria podría cumplir con la promesa que le había hecho a su novia, el primer gran amor de su vida.
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Fuente: Infobae.