El nuevo mandatario propuso este martes, en su discurso de investidura, un «pacto nacional» para superar «la mayor crisis moral y ética de la historia» del país sobre la base de un programa ultraconservador en lo social y liberal en lo económico.
«Convoco a cada uno de los congresistas a ayudarme en la misión de restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica», proclamó Bolsonaro, de 63 años, convertido en el 38º presidente de la mayor potencia latinoamericana.
El ex capitán del Ejército propuso un «pacto nacional entre la sociedad y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en la búsqueda de nuevos caminos para un nuevo Brasil».
«Vamos a valorar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores», proclamó.
«Brasil volverá a ser un país libre de amarras ideológicas», sentenció el flamante mandatario, electo en octubre con 57,8 millones de votos (55%), frente al izquierdista Fernando Haddad.
Jair Bolsonaro, que durante sus casi tres décadas como diputado tuvo frecuentes exabruptos racistas, misóginos y homófobos, se dijo decidido a «construir una sociedad sin discriminación ni división».
Aludió igualmente a su promesa de liberalizar la posesión de armas, al afirmar que «el ciudadano de bien merece disponer de los medios para defenderse».
Se abstuvo de dar detalles sobre los planes de ajustes y privatizaciones impulsados por su ministro de Economía Paulo Guedes, aunque se comprometió a obrar en nombre «del interés nacional, del libre mercado y de la eficiencia».
Al abrir su alocución, Bolsonaro agradeció «a Dios por estar vivo», en referencia a la puñalada que recibió en septiembre durante un mitin de campaña. Y concluyó con el lema de campaña de su formación política, el Partido Social Liberal (PSL): «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos».