Las autoridades libias suspenden todos los vuelos tras el ataque a la única terminal aérea operativa de la ciudad.
Las fuerzas del militar Jalifa Hafter* han bombardeado este lunes el aeropuerto de la capital libia, Trípoli. Los ataques aéreos han sido dirigidos contra el perímetro del aeropuerto, según Reuters. Las autoridades han cerrado Mitiga (la única terminal aérea operativa de la capital), pero no se han reportado víctimas hasta el momento.
Los ataques al aeropuerto han sucedido durante la ofensiva de las fuerzas de Hafter contra la capital. La operación militar se inició la semana pasada y ha dejado hasta ahora decenas de muertos. Las hostilidades del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL) comenzaron el pasado jueves, cuando Hafter anunció la ofensiva para apoderarse de la capital, sede del Gobierno rival, presidido por Fayez Serraj y respaldado por la ONU. La comunidad internacional ha instado a las partes a llegar a un alto al fuego inmediato por temor a una guerra civil.
El ENL liderado por Hafter es una fuerza paramilitar integrada por los remanentes del Ejército de Muamar el Gadafi —desalojado del poder y posteriormente ejecutado en 2011—, varias milicias tribales del este y mercenarios subsaharianos. Hafter posee un fuerte discurso antislamista y su brazo militar cuenta con el apoyo logístico de Egipto y Emiratos Árabes.
El Gobierno de unidad de Serraj, con sede en Trípoli, ha criticado la ofensiva de Hafter y lanzado una operación para repeler los avances de las fuerzas del mariscal de campo hacia la capital. En los combates de este lunes al sur de la ciudad se han confirmado al menos 25 muertos y 80 heridos. El enviado especial de Naciones Unidas para Libia, Ghasán Salamé, se ha reunido con Serraj para mostrarle su apoyo. Según los últimos datos de la ONU, la escalada de violencia en Trípoli ha dejado ya más de 2.800 desplazados.
*El mundo árabe es una fuente inagotable de militares con ambiciones políticas. En Libia, ocho años después de la caída de Gadafi ha irrumpido un nuevo caudillo que sueña con gobernar el país con puño de hierro: el mariscal Jalifa Hafter. A sus 75 años, y tras una vida marcada por los procelosos vaivenes de la política libia, este general parco y obstinado nunca ha estado tan cerca de hacerse con el poder. De momento controla el este del país y buena parte del sur. Tan solo la región occidental, donde se halla la capital, Trípoli, se resiste a su voracidad.