De la mano de JB Producciones, llega al auditorio de La Casa del Médico, Av. Avalos 450, la obra sobre cuatro hombres con un gran problema en común, el desatino en el amor los une sin remedio. Comedia con Gustavo Garzón, Víctor Laplace, Osvaldo Laport y Pepe Soriano. La cita es el 24 de mayo desde las 21.30 hs
Garzón, Laplace, Soriano y Laport son los cuatro grandes nombres, actores de reconocida y prestigiosa trayectoria en la escena nacional, que dan vida a los personajes de la historia escrita por el santafesino Rafael Bruza, en una de las mejores versiones de esta obra, “Rotos de amor”, dirigida por Andrés Bazzalo.
Entradas
Pueden adquirirse en La Casa del Médico, Av. Avalos 540, desde $700, en horario de tarde.
La obra
Cuatro amigos, visitadores médicos, perdedores sin remedio. Los cuatro, enamorados, ignorados, no elegidos, cómplices de la constante frustración, suben a escena para darle vida a esta historia de amor, humor y cierto patetismo. Andan solos por la vida estos señoritos grandes, que se apoyan unos a otros porque no tienen a quien más recurrir.
“Rotos de amor” es una pieza que nació en el teatro alternativo en 2014, y le fue tan bien que giró por el país y siguió en el off alternando elencos. Este año la obra de Rafael Bruza ascendió a primera división, llegando a la avenida Corrientes gracias a la producción general de Javier Faroni, quien puso en la cancha a un equipazo dirigido por Andrés Bazzalo: Gustavo Garzón, Víctor Laplace, Osvaldo Laport y Pepe Soriano, todos jugadores reconocidos que encarnan con cintura y oficio a estas errantes criaturas.
Está el personaje que pierde a su mujer a manos del profesor de tango (Laport), otro que es abandonado porque ronca (Laplace), el tímido que no se anima a exteriorizar su amor y se conforma con el voyeurismo (Garzón) y el que sufre porque su mujer ya no está y encima no puede expresarse porque se quedó mudo (Soriano).
Más allá de la excusa, la trama y el humor de la obra,”Rotos de amor” es una inmejorable ocasión para encontrarse con cuatro grandes de la actuación, quienes probablemente ejerzan de espejo para el público masculino. Es que interpretan al típico perdedor, al que espera y desespera, al que implora ser querido, todo en medio de una atmósfera despojada, con un aire de melancolía tanguera que se burla del compadrito machista.