La fiscal a cargo de la investigación, pudo recabar información a través del testimonio de un chaqueño, que contó su desgarradora experiencia cuando llegó al Instituto Próvolo de La Plata a los 10 años.
En el marco de una investigación de abusos sexuales en el Instituto Próvolo de La Plata, durante la década del 80 y 90, un chaqueño reveló que cuando era niño fue esclavizado, abusado y torturado por dos sacerdotes del establecimiento.
Se trata de los curas Nicolás Corradi, detenido por hechos similares en Mendoza, y Eliseo Pirmati, que se encuentra internado en un geriátrico de Verona (Italia) pero ya se exigió su extradición.
La fiscal penal de La Plata, Cecilia Corfield, que investiga los abusos sexuales cometidos en el Instituto Próvolo, ubicado en las calles 47 y 25 de La Plata, recabó el testimonio de un hombre oriundo de Chaco que llegó a los 10 años al Próvolo, en 1989, y permaneció allí hasta 1993.
El Caso
Nicolás Corradi, Eliseo José Primati y otras religiosas aún no identificadas y solo sindicadas como Leticia y Juana, «lo redujeron a la servidumbre, explotándolo a través de la limpieza del lugar, lavado de ropas de los internos, mantenimiento de los espacios verdes, pintura de las paredes del instituto, arado de la huerta, limpieza de los escalones de las escaleras de rodillas, entre otros trabajos que obligaban, mediante violencia física y psicológica o pena de prohibirle el acceso a los alimentos básicos para saciar su hambre, privarlo de su libertad ambulatoria», detalla la fiscal, en su pedido de preventiva para el celador y profesor José Britez.
El niño era abusado sexualmente por los curas Corradi y Pirmati, y el celador Britez; fue sometido a castigos torturantes cuando su comportamiento no era del agrado de los sacerdotes.
«Las hermanas Juana y Leticia, aún no identificadas correctamente, junto a Eliseo José Primati, entre otros, lo conducían al subsuelo ubicado debajo de la cocina del lugar que se encuentra en el planta baja sector que da a calle 25, y con cadenas o cuerdas, lo obligaban a subirse a un cajón de madera de fruta, para luego atarlo de sus muñecas a un riel que se encuentra al día de la fecha todavía incrustado próximo al techo del lugar», precisa la fiscal.
En este punto, Corfield realizó una inspección ocular al Próvolo de La Plata y fotografió el riel mencionado por la víctima, quien detalló que era obligado a permanecer extensos lapsos de tiempo como penitencia.
Por otro lado, la fiscal halló un fax que en el 2002 envió un integrante del establecimiento de La Plata, donde comunica a las autoridades eclesiásticas superiores sobre los hechos, que a su criterio, sorprender, disgustan y degradan la institución.
También consideró la intervención inmediata de la misma y que motivó tiempo después la designación del monseñor Alberto Bochatey, a cargo del establecimiento.
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